Cristo Rey por Ermes Dovico

San Gil

Se le invoca para múltiples necesidades, entre las cuales una buena confesión

Santo del día 01_09_2022 Italiano English

Se le invoca para múltiples necesidades, entre las cuales una buena confesión. San Gil o Egidio Abad (c. 640 - c. 720) fue un eremita y abad. Según la Vita sancti Aegidii (que se puede fechar en el siglo X) había nacido en Atenas y se había trasladado a Francia, donde se hace referencia a él con el nombre de saint Gilles. Se estableció en la parte meridional del país transalpino y pasaba sus jornadas en oración y en contemplación de Dios en refugios situados relativamente cerca de los ríos Ródano y Gardón.

La tradición hagiográfica, que se fue enriqueciendo después de su primera Vida, narra que el santo tenía como única compañía a una cierva que le nutría con su leche. Un día, el rey de los visigodos, Wamba (†688), fue a cazar en el bosque donde vivía Gil y lanzó una flecha en dirección de la cierva, que estaba a punto de refugiarse en la gruta donde vivía el santo. La flecha acabó hiriendo al propio Gil en una pierna. En cuanto el rey se dio cuenta del hecho, pidió perdón sinceramente al eremita y le ofreció esa tierra para que construyera un monasterio.

Gil declinó la oferta una primera vez porque deseaba vivir en soledad. Pero con el tiempo su fama de santidad atrajo a una multitud de personas y al final, entorno al año 674, Wamba hizo construir un monasterio. El santo fue su primer abad. Alrededor del edificio religioso surgió una ciudad, hoy conocida como Saint-Gilles-du-Gard, en la que se puede admirar la maravillosa iglesia abacial dedicada al santo, que surgió sobre la cripta con su tumba en estilo merovingio. En la Baja Edad Media el sepulcro de Gil se convirtió en meta de grandes peregrinaciones: en él se detenían los fieles que iban a Roma y los que hacían el Camino de Santiago.

La tradición refiere también que durante su periodo como abad Carlos Martel (c. 688-741) le suplicó que rezara para obtener el perdón de un pecado que, por vergüenza, nunca había querido confesar a nadie. El santo rezó intensamente por él, y mientras celebraba la Misa vio a un ángel en el acto de poner sobre el altar un pergamino donde estaba escrita la grave culpa de Carlos Martel, que fue borrándose a medida que celebraba la Eucaristía. Murió verosímilmente el 1 de septiembre del 720 ó 721 y su culto se difundió rápidamente en muchas regiones de Europa, como atestiguan las iglesias y los monasterios a él dedicados. Su nombre fue incluido entre los 14 «Santos auxiliadores» y es el único del grupo que no es mártir.

Patrono de: la lactancia, la buena confesión, los discapacitados, las mujeres estériles, los epilépticos, los eremitas, los leprosos, las madres, los enfermos de cáncer y SIDA, los mendigos; se le invoca contra las enfermedades nerviosas y el pánico