Viernes Santo por Ermes Dovico

San Bernabé

Aunque no sea uno de los Doce, san Bernabé ha sido siempre venerado como uno de los apóstoles, nombrado junto con san Pablo en los Hechos de los Apóstoles (Hch 14,14), dado el gran papel que tuvo en la Iglesia primitiva

Santo del día 11_06_2022 Italiano English

Aunque no sea uno de los Doce, san Bernabé ha sido siempre venerado como uno de los apóstoles, nombrado junto con san Pablo en los Hechos de los Apóstoles (Hch 14,14), dado el gran papel que tuvo en la Iglesia primitiva. San Lucas, que a menudo lo menciona, lo presenta en el cuarto capítulo de los Hechos, donde se habla de la comunión espiritual y de bienes que existía entre los primeros cristianos. Es por esta fuente que sabemos que el santo era un levita originario de Chipre que se llamaba José. Los apóstoles lo habían apodado Bernabé, que significa “hijo de la consolación”, el cual “tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles”. (Hch 4, 36-37).

Bernabé probablemente ya conocía al Señor en la tierra. Según la tradición, que aparece en la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea (265-340), basada a su vez en los escritos de Clemente Alejandrino (150-215) que lo daba por seguro, Bernabé estaba en el grupo de los 72 discípulos enviados por Jesús a anunciar el Reino de Dios (Lc 10, 1-24). Además, en los Hechos se muestra la gran consideración que tenía en la Iglesia. Después de la conversión de Pablo y de su llegada a Jerusalén, los otros discípulos todavía tenían miedo del experseguidor que, mientras tanto, había anunciado con valentía a Jesucristo en Damasco. Fue Bernabé quien lo llevó con él y lo presentó a los apóstoles, y desde ese momento Pablo “se quedó con ellos y se movía con libertad en Jerusalén, actuando valientemente en el nombre del Señor” (Hch 9, 26-28).

Cuando después llegaron las noticias de la gran cantidad de conversiones que tuvieron lugar en Antioquía tanto entre los judíos como entre los paganos, la Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a verificarlo. Y él, al encontrar la abundancia de gracias derramadas por Dios en esa ciudad, “se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe” (Hch 11,23b-24). Poco después fue a buscar a Pablo para llevarlo a Antioquía, donde los dos se quedaron juntos para predicar durante todo un año y donde ocurrió un hecho histórico: “Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos” (Hch 11, 26). En tiempos de hambruna, él y Pablo fueron quienes llevaron los frutos de una colecta a los hermanos de Judea, de donde partieron nuevamente hacia Antioquía, llevándose con ellos al futuro evangelista Marcos, primo de Bernabé. Por impulso del Espíritu Santo (Hch 13, 2), fueron a evangelizar Chipre. Luego fueron a Panfilia, donde sucedió que Marcos se separó de ellos.

Pablo y Bernabé continuaron juntos su misión en varias ciudades de Asia Menor, incluida Listra. Fue allí donde Pablo curó milagrosamente a un hombre paralítico de nacimiento. Es por eso que los habitantes del lugar comenzaron a llamar “a Bernabé Zeus, y a Pablo Hermes”. Así que los dos tuvieron que gritar para hacer que la multitud dejara de ofrecer sacrificios en su honor e instándolos a convertirse al verdadero Dios. Alrededor del año 50 participaron en el Concilio de Jerusalén, donde acordaron con los apóstoles no tener que imponer la circuncisión a los paganos convertidos. Unos días más tarde, los dos se separaron debido al conflicto que tuvieron sobre Marcos. Bernabé quería que se fuera con ellos, mientras que Pablo, recordando la separación anterior, no lo consideró apropiado. Así que Bernabé se fue de nuevo a Chipre con Marcos y posteriormente, como demuestran las cartas paolinas, se reconciliaron.

De algunos catálogos bizantinos se sabe que predicó en Roma junto con Pedro. Luego llegó al norte de Italia, donde fundó la Iglesia de Milán, convirtiéndose en su primer obispo. Según la tradición, comenzó nuevamente a viajar y fue apedreado por los judíos en “su” Chipre, en Salamina, alrededor del año 61, mientras sostenía en sus manos una copia del Evangelio según san Mateo.

Patrón de Chipre. Además, se le invoca para parar el granizo