San Albino de Angers
Hizo de todo para ayudar a las personas en dificultad, por ejemplo liberando a los prisioneros tomados como rehenes por los piratas, o expulsando a los demonios
Muy popular durante la Edad Media, san Albino de Angers (hacia 468-550) nació en una familia noble cerca de Vannes, en Bretaña. Atraído por la vida de los monjes, entró en el monasterio de una pequeña aldea bretona, del que se convirtió en abad en el año 504. Durante veinticinco años guió la abadía de manera ejemplar, ganándose la admiración de los fieles que en el 529 lo eligieron, por aclamación popular y a pesar de su resistencia, obispo de Angers. Demostró ser un pastor atento al cuidado de las almas, y denunció de manera especial los matrimonios incestuosos. Participó en los concilios de Orleans del 538 y el 541, que tuvieron lugar cuando Francia ya estaba casi toda gobernada por la dinastía merovingia, cuyo primer soberano, Clodoveo (†511), había sido bautizado por san Remigio. Los enérgicos llamamientos morales de Albino encontraron la oposición de algunos nobles y obispos, pero el apoyo de san Cesáreo de Arlés le animó a seguir su obra.
La tradición relata que Albino hizo de todo para ayudar a las personas en dificultad, por ejemplo liberando a los prisioneros tomados como rehenes por los piratas, o expulsando a los demonios. Visitaba con frecuencias a los encarcelados y, según se ha transmitido, un día fue a visitar a una mujer denunciada por sus acreedores y que era maltratada en la cárcel: un soldado se negó a dejarlo pasar, pero cayó muerto a sus pies; el santo la ayudó a pagar sus deudas y la mujer fue liberada. Albino murió en 550 en olor de santidad y uno de sus primeros hagiógrafos fue san Venancio Fortunato (530-607). Su culto, del que ya hablaba san Gregorio de Tours (hacia 538-594), se difundió rápidamente por toda Francia, donde muchas iglesias llevan su nombre, extendiéndose sobre todo en Alemania, Inglaterra y Polonia.
Patrono de: panaderos, pasteleros, invocado contra los ataques de los piratas
