Resistir no es imposible
Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. (Mc 1,13)
A continuación, el Espíritu lo empujó al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían. Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio». (Mc 1,12-15)
Jesús, con la Encarnación, cargó sobre él todos los límites (como, por ejemplo, el hambre y la sed) y las pruebas a las que son sometidos los seres humanos, entre las cuales ser tentado por el diablo. Esto pone en evidencia hasta qué punto llegó la humildad y el amor de Jesús por cada uno de nosotros. Los límites, las pruebas y las tentaciones humanas de Jesús fueron permitidas para que nos sirvieran como enseñanza a través del testimonio. Nadie puede afirmar que resistir a las tentaciones es imposible.