Recuerda que debes morir
Jesús les dijo: «Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes». (Mt 24, 42-51)
Aunque los minutos de la vida de cada hombre estén contados y hayan sido establecidos, nadie (que no reciba especiales revelaciones divinas) puede saber la hora de su muerte, es decir, el momento de su encuentro último con Dios para el juicio particular. Por consiguiente, debemos perseverar fielmente en la realización de nuestros deberes y compromisos sin olvidarnos nunca de la enseñanza de la Palabra de Dios. Recordemos siempre que hoy podría ser nuestro último día de vida para que, así, el juicio particular que tendrá lugar en el momento de nuestra muerte no nos pille desprevenidos.