San Columbano por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Profundizar la Palabra del Señor

Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores. (Mt 21, 41)

Escuchad otra parábola: «Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo”. Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: “Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia”. Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Le contestan: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos. Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.(Mt 21, 33-43. 45)


Jesús es la piedra descartada por los arquitectos que, a su pesar, se ha convertido en piedra angular. El mismo modo que el ángulo une dos paredes que, sino, no se encontrarían, así Jesús une universalmente, en la Iglesia de la cual es la Cabeza en el tiempo y en el espacio, a los hombres de buena voluntad del pueblo del cual procede humanamente (los judíos) y aquellos que vienen a Él del paganismo (nosotros). Los pastores de la Iglesia no son dueños, sino administradores, de la Gracia, a ventaja y tutela de las almas de los hermanos. Y, por nuestra parte, todos nosotros, fieles cristianos, debemos profundizar la Palabra del Señor y no sustituirla con nuestros argumentos para adecuarla a la actual mentalidad mundana y a nuestra comodidad y placer.