FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Para esto he sido enviado

Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades (Lc 4,43)

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón.

La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.
El, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.

De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían:
«Tú eres el Hijo de Dios».

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto. La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.

Pero él les dijo:
«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».

Y predicaba en las sinagogas de Judea.

(Lucas 4, 38-44)