Oscar Wilde
No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan. (Lc 5,32)
Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?». Jesús les respondió: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan». (Lc 5,27-32)
Jesús vino a la terra sobre todo por los pecadores. Esta es una buenísima noticia porque todos somos pecadores. Quien ante Dios pensara que es justo estaría pecando de presunción. Cuando pensamos que somos personas de bien y, tal vez, también ante Dios, estamos en realidad muy lejos de Él. La respetabilidad no tiene nada de católica. Oscar Wilde, convertido al catolicismo, decía que “la Iglesia católica es para los santos y los pecadores. A las personas respetables les basta la anglicana”.