San José Moscati por Ermes Dovico
ENTREVISTA

Novak: “La verdadera emergencia global es el colapso de la natalidad”

En la actualidad, el 75% de los países del mundo tienen tasas de natalidad por debajo del nivel de reemplazo. Es urgente invertir la tendencia para evitar el desastre económico y social. Hoy en día, en Occidente es conveniente no tener hijos, por lo tanto, los Estados deben impedir esta discriminación y crear un entorno favorable a la familia y a la vida. Habla Katalin Novak, expresidenta de la República de Hungría y fundadora de una ONG internacional que se ocupa de la crisis demográfica.

Vida y bioética 11_04_2025 Italiano English

“El colapso demográfico es una emergencia global y debe ser una prioridad en las relaciones internacionales”. Así lo afirma Katalin Novak, exministra de Familia y expresidenta de la República de Hungría, donde las políticas familiares y natalistas de los últimos 15 años han cosechado importantes éxitos. Nos reunimos con ella en Londres el pasado febrero, durante la Conferencia ARC, de la que ha sido promotora y donde ha presentado la recién creada organización no gubernamental X-Y Worldwide fundada junto al demógrafo Stephen Shaw. De hecho, la tendencia demográfica mundial es alarmante: si bien es cierto que el invierno demográfico es especialmente grave en los países desarrollados, donde el descenso de la natalidad dura décadas, el 75 % de los países del mundo tienen tasas de fecundidad inferiores a 2,1 hijos por mujer, que es el nivel de reemplazo de la población. Y a este ritmo a finales de siglo todos los países lo estarán, con graves consecuencias económicas y sociales. Ya hoy la tasa de natalidad global es de 2,2 hijos por mujer, la ONU prevé una caída a 1,68 para 2050 y a 1,57 para 2100. Para entonces, la población mundial habrá disminuido en números absolutos durante al menos veinte años.

Tras su dimisión forzada como presidenta de la República en febrero de 2024, Katalin Novak, casada, madre de tres hijos y verdadera arquitecta de las políticas familiares y natalistas húngaras, ha decidido pasar del laboratorio de Hungría al trabajo en políticas globales.

Señora Novak, quienes defienden la necesidad de políticas a favor de la familia y la natalidad citan a menudo Hungría como ejemplo. ¿Qué balance real hace de su experiencia?
He sido responsable de las políticas familiares durante ocho años y los resultados fueron muy positivos. Cuando empecé en 2010 en Hungría, la tasa de fecundidad era muy baja, y en 2011 alcanzó su mínimo histórico con 1,21 hijos por mujer. Desde entonces ha habido un cambio de tendencia: la tasa de fecundidad ha aumentado un 25 %, así que es un gran éxito. En los mismos años, el número de matrimonios se duplicó y los abortos se redujeron a la mitad. Luego, lamentablemente, la tendencia se detuvo con la pandemia de Covid y posteriormente con la guerra en Ucrania, con todas las consecuencias económicas que esto implicó. Sin embargo, se ha creado una cultura pro-familia que creo que permitirá retomar el camino.

Yo ahora me estoy ocupando de estos temas a nivel global, porque se trata de una emergencia global y como tal nos gustaría afrontarla.

¿Qué piensa hacer con su asociación?
Por encima de todo nos dedicamos a investigar para comprender y explicar por qué hay tasas de natalidad tan bajas. Además trabajamos en la comunicación y, por tanto, proporcionamos asesoramiento a gobiernos, estados y autoridades locales. También asesoramos a empresas porque están interesadas en cambiar el clima en torno a la decisión de tener hijos y comprenden mejor las implicaciones negativas de estas bajas tasas de fecundidad.

¿Cuáles son las medidas más exitosas en Hungría que cree que podría reproducir a nivel global?
Decidir tener hijos no es principalmente una cuestión de dinero, pero también es una cuestión de dinero. Desde un punto de vista económico en las sociedades modernas no es conveniente tener hijos. Es una afirmación dura, pero es verdad. Tener hijos es muy caro, requiere una enorme inversión de tiempo, requiere mucha energía y no hay retorno económico. Y para acceder a los servicios sociales, tener hijos o no tenerlos no supone ninguna diferencia. Por lo tanto, tener hijos no es en absoluto conveniente desde el punto de vista económico y social. Por eso necesitamos políticas sociales y familiares que reduzcan el desequilibrio económico entre quienes tienen hijos y quienes no. Esto significa desgravaciones fiscales, ayudas para la vivienda, ayudas económicas para la educación de los hijos (véanse los permisos de paternidad y maternidad); y también otros servicios sanitarios para los niños, ayudas a las familias monoparentales —porque tenemos que ser conscientes de que, lamentablemente, muchas familias se separan—, ayudas económicas a quienes cuidan de niños enfermos. Además, es fundamental que los Estados, las asociaciones familiares y las empresas contribuyan a crear una mentalidad favorable a la familia y a los hijos en comparación con la situación actual.

Muchos en Europa creen que la solución al colapso demográfico es la inmigración...
Conozco bien esta forma de abordar el problema. Obviamente, cada Estado debe decidir su propia política de inmigración, pero la inmigración no es la solución al problema del descenso de la natalidad. Por dos razones: en primer lugar, porque se trata de un problema global y esto significa que es un juego de suma cero si se traslada a personas de un lugar a otro, por lo que no cambia nada; en segundo lugar, hay que tener en cuenta que existe una brecha demográfica interna, es decir, que, en promedio, las parejas jóvenes desean tener más hijos de los que realmente pueden o consiguen tener. Por lo tanto, en Occidente, si acaso, hay que hacer todo lo posible para reducir o eliminar esta brecha, ayudando a los jóvenes a satisfacer su deseo de ser padres.

Usted recordaba con razón que la decisión de tener hijos no es principalmente económica, por lo que un aspecto decisivo es el cultural. ¿Cómo promover una cultura de la vida?
Es algo muy difícil para un Estado. Por eso me alegro de trabajar ahora en un campo más amplio, porque puedo concentrarme también en los aspectos emocionales. Soy madre de tres hijos y, como tal, sé que tener hijos es sobre todo una decisión emocional, no económica ni racional. Pero también creo que para un Estado que se enfrenta a una baja tasa de natalidad, no es indiferente si esta tasa se mantiene tan baja o aumenta. Aunque no debe intervenir en las decisiones personales, es importante que el Estado favorezca la paternidad, el tiempo que se dedica a los hijos, ayude a quienes quieren tener hijos y cree un clima favorable, por ejemplo, valorando a las empresas que crean entornos favorables a la familia o a las autoridades locales y a todos los que están a favor de las familias. También marca la diferencia si se favorecen a las familias numerosas.

Luego, también depende de las situaciones locales. En Italia, por ejemplo, la situación demográfica es muy negativa, y es realmente triste ver a Italia caer tan bajo; pero aunque Italia registra actualmente muy pocos nacimientos, los italianos siguen teniendo una actitud positiva hacia los niños y la vida familiar, por lo que es posible invertir la tendencia porque son una nación orientada a la familia. Existe la posibilidad de que los jóvenes también comprendan que el estilo de vida familiar es algo que se perderá si se espera demasiado tiempo.

También hay que decir que no todos los nacimientos son iguales. Hoy en día hay quienes, aprovechando el descenso de los nacimientos, presionan para que se utilicen técnicas de fecundación artificial.
No entro en la cuestión ética, pero también aquí debemos decir que la fecundación asistida no es la solución. Los problemas de infertilidad surgen principalmente debido a la demora en la decisión de tener un hijo. Si decides tener hijos a los 40 años o más puede ser demasiado tarde porque el reloj biológico no sigue las ideologías.

Aquí el problema es principalmente educativo, hay que hacer crecer en los jóvenes la conciencia de que hay un período de fertilidad que debe respetarse. A esto se suma el problema de las relaciones, que son cada vez más inestables.

Pero la verdadera solución es poner este problema entre las prioridades de la política global, hay que llamar la atención de los jóvenes sobre esto. Por desgracia, hoy en día este tema se oculta, solo se habla de éxitos profesionales, solo cuenta la carrera individual, y nadie se cuestiona sobre su futuro personal y familiar, sobre cómo lograrlo. Si también piensas tener hijos en el futuro, pero tienes entre 30 y 40 años y siempre respondes “sí, sí, pero más adelante, no ahora, porque ahora tengo que concentrarme en este o aquel proyecto, quiero terminar esto o lo otro”, o siempre hay algo que terminar; si no te paras a reflexionar, terminarás sin tener nunca un hijo.