Non praevalebunt
El buen pastor da su vida por las ovejas. (Jn 10, 11)
Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre». (Jn 10, 11-18)
Jesús es el Buen Pastor que ha dado su vida por la salvación de aquellos que siguen fielmente Su enseñanza, anunciada y coherentemente testimoniada hasta su muerte y resurrección. También en nuestro tiempo Jesús guía invisiblemente, pero realmente, a su Iglesia como el Buen Pastor. He aquí por qué, a pesar de las infidelidades de muchos de sus miembros, la Iglesia resiste a todos los lobos que querrían destruirla. Hoy, en nuestra oración personal, demos gracias a Jesús por la certeza de que las puertas de los infiernos no prevalecerán nunca.