FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

No por fuerza, sino por amor

Pero Jesús se enteró y se marchó de allí. (Mt 12,15)

Al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron. Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías: «Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco. Sobre él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará, hasta llevar el derecho a la victoria; en su nombre esperarán las naciones». (Mt 12,14-21)

 

Antes de la cruz, Jesús escapa de los que le persiguen, mientras que en el Huerto de los Olivos se hace arrestar voluntariamente, porque no huye, ni se libra milagrosamente de los soldados aunque podría haberlo hecho. Por eso Jesús no sufre la cruz, sino que la acepta por amor a nosotros y para liberarnos del pecado que nos hace esclavos y tristes. Meditemos sinceramente en este gran amor de Jesús por nosotros y dejemos que el Señor dé un vuelco a nuestra vida.