Nagorno-Karabaj: El eterno retorno del conflicto
Cáucaso: vuelve a estallar la guerra por el control de la pequeña región montañosa de Nagorno-Karabaj, entre Armenia y Azerbaiyán, uno de los muchos conflictos “congelados” que estallaron tras el colapso de la URSS y que nunca se resolvieron con un verdadero tratado de paz. Esta vez es Turquía la que azuza el fuego, pero las causas son antiguas y se remontan al genocidio armenio de 1915.
En el Cáucaso vuelve a estallar la guerra por el control de la pequeña región montañosa de Nagorno-Karabaj, entre Armenia y Azerbaiyán, uno de los muchos conflictos “congelados” que estallaron tras el colapso de la Unión Soviética y que fueron detenidos gracias a un acuerdo internacional, aunque nunca resueltos realmente por un auténtico tratado de paz. Como en los incidentes militares de 2014, 2016, 2019, es difícil determinar quién disparó primero el pasado fin de semana. Las dos partes, tanto azerbaiyanos como armenios, creen que son víctimas de la agresión, Azerbaiyán y Armenia han movilizado sus ejércitos y declarado el estado de guerra. Sin embargo, el recrudecimiento del antiguo conflicto coincide con el expansionismo de Turquía, que ahora presiona en todas sus fronteras y que en esa región es el protector de Azerbaiyán. Es precisamente por esta razón que un conflicto local corre el riesgo de degenerar en un conflicto más general teniendo en cuenta que Armenia está protegida por Rusia.
El presidente de la República Armenia de Karabaj habla claramente en términos de un choque de civilizaciones: “No se trata de una guerra entre Karabaj y Azerbaiyán, o entre Armenia y Azerbaiyán. Es una guerra directa de Turquía y sus mercenarios junto a los 10 millones de azerbaiyanos, contra los 3 millones de armenios”. Su miedo está más que fundado. Turquía, según fuentes cercanas a la oposición siria de la agencia misionera Asia News, vuelve a reclutar (después del conflicto en Libia) mercenarios islamistas en Siria para enviarlos a luchar en el extranjero, aunque Azerbaiyán lo niega con contundencia.
La República de Karabaj, habitada por armenios y cristianos, está situada en el centro de Azerbaiyán, una nación de mayoría musulmana chiíta. El conflicto es tanto étnico como religioso. La comunidad internacional nunca ha legitimado la independencia de Karabaj de Azerbaiyán, ni ha permitido tampoco su unificación con Armenia. La población armenia de Nagorno-Karabaj está dispuesta a luchar con uñas y dientes para evitar ser anexionada (no sólo por ley, sino también de hecho) por los azeríes. Las razones de esta fuerte resistencia comenzaron el pasado siglo, durante la Primera Guerra Mundial y sobre todo a partir del genocidio de los armenios. Y es bueno repasarlas al menos brevemente para entender los términos del conflicto actual.
El genocidio armenio de 1915-16 terminó con la matanza de más de un millón y medio de armenios por el Imperio Otomano. Hasta el día de hoy, el 24 de abril (1915) se celebra en todo el mundo como el día del genocidio armenio. Lo que se tiende a olvidar es lo que ocurrió en 1918, cuando Armenia declaró su independencia. La nueva nación, que también albergaba a cientos de miles de refugiados del genocidio de 1915, fue protegida, voluntaria o involuntariamente, por el Ejército Rojo. En marzo de 1918, los bolcheviques y los nacionalistas armenios probolcheviques también ocuparon gran parte del territorio de Azerbaiyán y lo masacraron, como hicieron en todas partes durante la guerra civil rusa (1917-1921). Los azeríes sufrieron cincuenta mil muertes, así como la destrucción de cientos de mezquitas, en lo que se recuerda como el “genocidio azerbaiyano” (el día de su conmemoración oficial es el 31 de marzo). Los historiadores azerbaiyanos siguen atribuyendo la culpa a los armenios cristianos y no al comunismo. El genocidio azerbaiyano es la principal motivación moral y emocional de la hostilidad azerí hacia los armenios.
La segunda mitad del genocidio armenio comenzó en el otoño de 1918, cuando el Ejército Rojo se retiró del Cáucaso y los otomanos pudieron pasar al contraataque. Reconquistaron la Anatolia oriental y parte de Armenia, se asentaron en la vecina Azerbaiyán y crearon allí el Ejército Islámico bajo el liderazgo de Enver Pasha. Allá donde llegaban los otomanos y el ejército local del Islam, formado principalmente por azerbaiyanos, los armenios eran exterminados: sólo en Bakú hubo 30.000 muertos, en todo Azerbaiyán las estimaciones oscilan entre 50.000 y 100.000 asesinados, según las fuentes. El tercer período del genocidio armenio comenzó en 1920, cuando el fundador de la Turquía moderna, Kemal Ataturk, rechazó el Tratado de Sèvres (que definía unas fronteras armenias mucho más amplias que las actuales) y volvió a ocupar las regiones armenias de Anatolia oriental, completando la limpieza étnica de la población local: otros 71.000 armenios fueron masacrados.
Los soviéticos, que fueron dueños de todo el Cáucaso de 1920 a 1991 controlando tanto Armenia como Azerbaiyán, congelaron el conflicto. En 1923, Josif Stalin, que era entonces Ministro de Nacionalidades, decidió incorporar Nagorno-Karabaj a Azerbaiyán para asegurar su continuidad territorial, independientemente de que la mayoría de los habitantes de la región fueran armenios. El problema surgió en aquel momento y nunca fue resuelto por Gorbachov.
Michail Gorbachov, por su parte, dio alas a la literatura nacional en toda la URSS. La libertad parcial de expresión sólo comenzó a ser una realidad en 1987, pero chocó con la línea política del Partido Comunista que aún veía las nacionalidades como un obstáculo a superar, un legado del pasado destinado a desaparecer. El Programa de Nacionalidades de 1986 todavía apuntaba a la “fusión” de las naciones que conformaban la URSS en un “futuro lejano”. El ateísmo de Estado, el socialismo y la solidaridad entre las naciones socialistas, todavía en la época de Gorbachov, se consideraban la solución a todos los problemas. El estallido de los primeros enfrentamientos en Nagorno-Karabaj y Azerbaiyán demostró lo lejos que estaba de la realidad. El 20 de febrero de 1988, los soviéticos de Nagorno-Karabaj votaron a favor de la reunificación con Armenia. El 21 de febrero, traicionando las promesas de autodeterminación, el Politbjuro rechazó la petición de cambiar las fronteras.
El pueblo de Ereván, la capital armenia, comenzó a salir a la calle todos los días, mientras los trabajadores proclamaban una huelga general. En medio del pánico, los ciudadanos azerbaiyanos que vivían en Nagorno-Karabaj también empezaron a salir a la calle y las leyendas negras sobre los crímenes (violaciones y asesinatos) contra sus compatriotas en Stepanakert, la capital de Nagorno-Karabaj, circulaban sin control. Este clima de alta tensión provocó los enfrentamientos en Askeran el 22 de febrero, cuando los manifestantes azerbaiyanos se enfrentaron a los armenios. Dos azeríes perdieron la vida. Indignados por noticias cada vez más terribles provenientes de las regiones armenias, los azeríes de Bakú y sus suburbios comenzaron literalmente a cazar a los armenios. En Sumgait, no muy lejos de Bakú, comenzó un verdadero pogromo el 27 de febrero. Cuando las tropas soviéticas entraron en la ciudad para sofocar los disturbios, ya había 32 muertos (estimaciones oficiales de Moscú) de los cuales 26 armenios y 6 azeríes. Según las estimaciones armenias, las víctimas del pogromo fueron muchas más. En cualquier caso, Sumgait se convirtió en parte de las heridas nacionales sufridas por los armenios.
Para intentar apagar el fuego, las autoridades soviéticas tomaron la decisión de volver a tomar el poder en el Cáucaso, suprimiendo las autonomías locales en la medida de lo posible. El 24 de marzo de 1988, el ejército soviético, después de un mes de manifestaciones y huelgas en Ereván, ocupó por la fuerza la capital de Armenia. Los enfrentamientos no cesaron y a principios de 1990, para poner fin a todas las tendencias independentistas en Nagorno-Karabaj, los azeríes desataron nuevos pogromos. El 20 de enero de 1990, para aplastar a las milicias azerbaiyanas, las divisiones acorazadas soviéticas, apoyadas por la marina y los paracaidistas, invadieron Bakú y dispararon contra todos, civiles y milicianos, como si estuvieran en una ciudad enemiga. Las estimaciones de la masacre, conocida como el “Enero Negro”, aún se desconocen. Fuentes azerbaiyanas hablan de al menos 300 víctimas. Esta masacre también se atribuyó a los armenios ya que los soviéticos intervinieron en su defensa. En 1991, cuando Armenia y Azerbaiyán se convirtieron en naciones independientes, ya eran enemigas de por sí, precisamente por el desastre causado por la política soviética de nacionalidades. El conflicto de Nagorno-Karabaj estalló inmediatamente después de la independencia en 1992 y nunca ha terminado.