PALABRAS Y RELATIVISMO

Mensaje por la paz y visiones partidistas

Los Mensajes de la Jornada Mundial de la Paz quieren hablar a todos y, por lo tanto, se extienden sobre la visión general de las necesidades actuales más que sobre los fundamentos. Al hacerlo, sin embargo, lo que se dice se relativiza y logra el efecto contrario: no todo el mundo lo reconoce precisamente porque está cargado de elecciones partidistas.

Ecclesia 31_12_2021 Italiano English

Francisco dedicó el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1º de enero de 2022 a tres temas que son muy importantes en sí mismos: el diálogo entre generaciones, la educación / instrucción y el trabajo. Los tres temas son “actualizados” por el Mensaje en el contexto de la pandemia Covid-19 y en la crisis en general creada por esta. En el texto regresan las frases/imágenes habituales: el grito de los pobres y la tierra, el cambio climático y la degradación ambiental, todo interconectado, el pacto social, el cuidado de la casa común, derribando barreras y construyendo puentes, un pacto que promueva la educación en ecología integral, la sustentabilidad, la alianza entre el hombre y el medio ambiente.

Como sabemos, los textos de los Mensajes para la Jornada de la Paz no son escritos de puño y letra por los Papas. Una vez redactados al interno del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, son luego revisados ​​por la Congregación para la Doctrina de la Fe y por la Secretaría de Estado. Hoy parece que ya no sea así, pero no se sabe con precisión cuál sea el efectivo trayecto. Esto para decir que es natural que las frases habituales del Papa, las expresiones más recurrentes en él, las habitualmente presentes en los medios de comunicación que dan cuenta de su pensamiento, estén bien presentes, como en una reseña recopilatoria, en documentos de este tipo; incluso con ello no pierden su carácter de lema, al contrario, lo refuerzan.

En De Civitate Dei, Agustín dice que la paz es “tranquillitas ordinis”, la tranquilidad del orden. En otra de sus obras afirma que “sin caridad no puede haber paz” y en De laude pacis dice que “tener paz es amar”. Tranquilidad del orden significa que la paz no es desorden, es decir injusticia (“hay justicia perfecta donde hay paz”), sino construcción de convivencia comunitaria según una regla natural, según el orden de la creación, que también afecta las relaciones sociales. Cuando no se respeta la naturaleza [entendida aquí no como un medio natural sino como el orden natural de las cosas], hay desorden, violencia e injusticia y, por tanto, se impide la paz: “sin justicia, los reinos no son más que grandes ladrones”. El orden natural, sin embargo, no se puede respetar sin un añadido sobrenatural, es decir, sin caridad, por eso Agustín dice que sin caridad (cristiana) no puede haber paz.

Cualquier contingencia histórica puede constituir un impulso accidental para trabajar por la paz, pero no puede ser la base. La degradación ambiental, o la carrera armamentista que distraen recursos del sector educativo, las múltiples dificultades que genera la pandemia son oportunidades para comprometerse con la paz y es justo evidenciarlas; pero los fundamentos últimos son de orden natural (actuar en respeto del orden finalista de las cosas) y sobrenatural (basándose en la caridad de la vida divina). En otras palabras, se refieren a la razón y la fe, la naturaleza y la gracia, la política y la religión. En los Mensajes de la Jornada Mundial de la Paz se observa desde hace algún tiempo un desvío de atención de esta dimensión que podemos definir como “alta” o sustancial, a la otra dimensión que podemos definir como “baja” o accidental. Ciertamente no se puede apartar la vista del “momento” que vivimos, pero el momento no se oscurece, sino que se ilumina al considerarlo a la luz de lo eterno.

La atención casi exclusiva, quizás al margen del uso consolidado de una cita bíblica inicial, a las contingencias de hoy, corre el gran peligro de enredarse en las visiones políticas partidistas que luchan entre sí y de hacer sus propias posiciones particulares. Los Mensajes para la Jornada Mundial de la Paz quieren hablar a todos y, por lo tanto, se extienden sobre la visión general de las necesidades actuales más que sobre los fundamentos que mencioné anteriormente. Al hacerlo, sin embargo, lo que se dice se relativiza y logra el efecto contrario: no todo el mundo lo reconoce precisamente porque está cargado por elecciones partidistas.

Vincular entre sí el degrado ambiental y el calentamiento global es un ejemplo de estas posiciones partidistas sobre la materia contingente. Hablar de “interconexiones” como un hecho positivo nos impide esclarecer las ambigüedades del fenómeno. Aplaudir a los “muchos jóvenes comprometidos con un mundo más justo y atento para salvaguardar la creación, confiado a nuestro cuidado. Lo hacen con inquietud y entusiasmo, sobre todo con sentido de responsabilidad ante el urgente cambio de rumbo, que nos imponen las dificultades que han surgido de la actual crisis ética y socioambiental”, también implica ponerse a disposición del cualquierismo de los jóvenes y de la instrumentalización política de los movimientos juveniles.

San Agustín señaló lo específico cristiano en la consideración del tema de la paz, el cual nunca debe faltar. Viceversa, terminamos diciendo cosas gramaticalmente correctas, pero sintácticamente poco claras. Y sobre todo terminamos diciendo cosas más formales que de contenido. Por ejemplo, diálogo: “Dialogar significa escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos”. Pero, uno se pregunta, ¿qué cosa? ¿sobre qué? ¿para qué? ¿hacia dónde?