Los terribles castigos de Dios
Entonces se puso Jesús a recriminar. (Mt 11, 20)
Entonces se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti». (Mt 11, 20-24)
Jesús reprocha duramente a quien no se convierte, a pesar de sus numerosos milagros. Hoy muchos piensan que, para educar bien, los padres y los maestros no deberían nunca regañar a sus hijos y alumnos. Mucho menos castigar. Bien distinta es la enseñanza de la Palabra de Dios que nos recuerda que Dios es Misericordia infinita, pero no por esto no castigará a quien lo merezca. Jesús amenaza a la ciudad de Cafarnaún con un castigo peor que el que le tocó a Sodoma. Se estremece uno al pensar que Sodoma fue destruida por Dios por el pecado impuro contra la naturaleza (la homosexualidad), que se practicaba tanto que era considerada una conducta de vida normal.