Los mandamientos como guía
Y no pudieron replicar a esto (Lc 14,6)
En sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.
Había allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía, y tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y a los fariseos:
«¿Es lícito curar los sábados, o no?».
Ellos se quedaron callados.
Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo:
«¿A quién de vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca enseguida en día de sábado?».
Y no pudieron replicar a esto.
(San Lucas 14,1-6)
 
Los mandamientos deben estar en el centro de la vida de fe. Su observancia es lo que realmente orienta al hombre, día tras día, en el camino de la salvación. Es precisamente viviendo según los mandamientos que aprendemos a dar a las cosas su justo valor: por ejemplo, la dignidad y el bien de una persona siempre tendrán prioridad sobre cualquier otra realidad creada, como un animal o el medio ambiente. ¿Y tú, pones siempre en el centro la dignidad de la persona, antes que cualquier otra realidad creada? ¿Das el lugar que corresponde a los mandamientos de Dios en tu vida cotidiana? ¿Los sabes de memoria, del primero al último?
 
					


