Los cismas y las herejías, un peligro concreto
El Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí. (Jn 15,26)
«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará». (Jn 15,26-27; 16,12-15)
Jesús lo había prometido: enviando al Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, asegura a la Iglesia la transmisión fiel de su enseñanza. Por consiguiente, el Espíritu Santo no solo ha inspirado a los autores de los Evangelios, sino que ayuda a la Iglesia para la correcta interpretación de estos. Quien en cambio afirma que el Espíritu Santo le ha inspirado enseñanzas distintas a las de la Iglesia, en realidad ha seguido su propio punto de vista y se ha desvinculado de la Iglesia fundando una propia… pero no la de Cristo. Los cismas y las herejías son un peligro concreto, incluso hoy. Señor, haz que todos los fieles se dejen guiar por el Espíritu Santo en las acciones cotidianas, sin rechazar nunca la enseñanza perenne de la Iglesia.