Santo Tomás por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Los caminos de la escucha

Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos. (Mc 7,37)

Dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos». (Mc 7, 31-37)


Para evangelizar hace falta, primero, ser evangelizados. Para convertirse hace falta, primero, ser convertidos. El sordomudo no habla, o lo hace con dificultad, porque no puede escuchar las voces, ni la suya ni la de los demás. Jesús, al curar al sordomudo, lo prepara para la conversión, dándole la posibilidad de escuchar su Palabra, que anuncia el Reino de los Cielos. La conversión, que conduce al alma desde los senderos de la escucha a los de la obediencia a la Voluntad de Dios, no puede ocurrir sin nuestro permiso y compromiso. ¿Nos comprometemos cada día en cumplir la voluntad de Dios o la boicoteamos?