Llenos de prejuicios
Los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él. (Mc 3, 6)
Entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo. Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio». Y a ellos les pregunta: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?». Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». La extendió y su mano quedó restablecida. En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él. (Mc 3, 1-6)
Jesús, comportándose como Señor del sábado, afirma implícitamente su naturaleza divina, lo que resulta insoportable para aquellos que, llenos de prejuicios, han decidido no adherirse a la enseñanza evangelica que él nos testimonia con autoridad, palabras y hechos. Quien se opone a Jesús, frente a la evidencia de tales pruebas, hoy como en el pasado, tiene sólo dos posibilidades: convertirse o rechazar a Cristo. En este caso el odio hacia Cristo y sus discípulos puede reforzarse hasta conducir al homicidio. Intercedamos ante el Señor en favor de aquellos que Lo combaten, ya sea mediante la oración como con la acción de nuestro testimonio sin miedo o pereza.