Llamados para amar a Jesús
Pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. (Jn 10, 2)
En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante. (Jn 10, 1-10)
Como hacen las ovejas con el pastor, así las almas de sus fieles siguen a Jesús porque han experimentado en Él el amor supremo de quien ha dado la vida por ellos. Igual que los niños se fían de los padres porque experimentan su amor, así también nosotros estamos llamados a amar a Dios como nuestro Padre a través de su Hijo. Esforcémonos en confiar siempre más en Jesús, y apartémonos de las enseñanzas de los falsos profetas de nuestro tiempo, a los que tanto se les aplaude en los medios de comunicación.