FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Liberarnos del Maligno

Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen. (Lc 4,36)

Y bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad. Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: «¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús le increpó diciendo: «¡Cállate y sal de él!». Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño. Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen». Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca. (Lc 4,31-37)

El demonio que habla a través del poseído aclara la verdadera raíz de su animadversión hacia Jesús: la voluntad de no escuchar su palabra para no convertirse, escucha considerada una ruina para quien ama el pecado. La misma presencia de Jesús y de los santos molesta al demonio y a los malvados porque pone en evidencia que, con la ayuda indispensable de la Gracia divina, se puede vivir de un modo distinto al suyo. Hoy, recitando el Padre Nuestro presta atención a la frase final: líbranos del mal, es decir, líbranos del Maligno.