San Edmundo por Ermes Dovico
FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Las lágrimas de Jesús

Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! (Lc 19,42)

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:
«Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.

Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

(San Lucas 19,41-44)


Jesús, ante Jerusalén, no habla como juez, sino como amante herido. Llora porque ve el destino de la ciudad que rechaza la paz, la verdadera paz que nace del encuentro con Dios. Es un llanto profético, no solo por las murallas que caerán, sino por los corazones que permanecen cerrados. Cada vez que rechazamos la verdad, la justicia, la paz, nos convertimos nosotros mismos en esa ciudad ingrata con el Señor. También hoy Dios sigue visitándonos, a menudo en silencio, en los rostros de los hermanos, en los acontecimientos de la vida. Pero reconocerlo requiere ojos limpios y un corazón dispuesto a cambiar. ¿Te das cuenta de las «visitas» de Dios en tu vida cotidiana o estás distraído como Jerusalén? ¿Qué es lo que realmente te lleva a la paz del corazón en tu vida?