La verificación de noticias es una opinión que no tiene nada que ver con los hechos
“¿Quién controla a los verificadores de noticias?” es una pregunta que todo el mundo debería hacerse obligatoriamente, en una época de información vigilada y del fact-checking “independiente” de Facebook.
“¿Quién controla a los controladores?” es una pregunta que todo el mundo debería hacerse obligatoriamente, en una época de información vigilada y de comprobación “independiente” de los hechos en Facebook. Los abogados de Meta, el nuevo nombre de la empresa de Mark Zuckerberg, admiten que la verificación de hechos es “opinión”, y ejemplos recientes como el intercambio de acusaciones entre el British Medical Journal y la agencia de verificación de hechos Lead Stories demuestran que estas opiniones no están muy bien fundamentadas desde el punto de vista científico.
El caso de “John Stossel contra Meta” ha pasado desapercibido, pero debería considerarse como un importante precedente. John Stossel, presentador de televisión estadounidense y activista libertario, demandó a Meta por difamación porque estaba cansado de ver cómo sus publicaciones en Facebook sobre el cambio climático eran tachadas de información falsa bajo la etiqueta de “comprobación de hechos” que debería invitar a los lectores a leer artículos más fiables sobre el tema. Paradójicamente, la propia Meta, a través de sus abogados, estuvo de acuerdo: “Las etiquetas de comprobación de hechos en sí mismas no son falsas ni difamatorias; al contrario, constituyen una opinión protegida”. Una opinión. Esta es la palabra clave. Ni siquiera Meta las considera como “verificación” de una noticia, sino como una opinión, agradable o no, pero siempre necesariamente arbitraria.
La segunda dificultad que presenta este sistema es el método de licitación. Facebook, es decir Meta, no lleva a cabo la comprobación de hechos dentro de su propia estructura, asumiendo la responsabilidad de la misma, sino que la contrata a otras agencias o periódicos. En Italia, por ejemplo, entre los verificadores de hechos se encuentra Open, el periódico online de Enrico Mentana, que nadie en Italia piensa que sea una publicación políticamente neutral. Stossel, en Estados Unidos, ha demandado a Meta porque considera que la verificación de las noticias la realizan activistas liberales. Snopes, ABC News, Politifact y FactCheck.org, que han trabajado o trabajan para Facebook, según los medios conservadores, tienen un historial de cobertura sesgada (de izquierdas) de los acontecimientos políticos estadounidenses, al menos desde 2016.
La política es lo de menos, porque donde más pesa el etiquetado de noticias falsas es en el campo de la ciencia. En noviembre, el British Medical Journal (BMJ), una de las revistas médicas más prestigiosas, escribió una carta abierta a Mark Zuckerberg quejándose de un caso de censura injustificada. El reportaje publicado por el BMJ fue muy importante, ya que se publicó en plena campaña de vacunación. La Brújula Cotidiana había informado de ello: era el testimonio de Brook Jackson el que revelaba detalles inquietantes en la investigación de la vacuna de Pfizer. El director regional del grupo de investigación Ventavia, encargado por Pfizer de evaluar la eficacia y la seguridad de la vacuna Covid, había denunciado errores y omisiones, como el uso de trabajadores mal formados, la lentitud en el seguimiento de los acontecimientos adversos e incluso la falsificación de datos. Pues bien, ese artículo fue calificado como “Falta de contexto: contenido potencialmente engañoso”. Y quedó relegado al fondo de la cronología de Facebook, en detrimento de la editorial que lo publicó. Algunos lectores, cuyos testimonios se citaron en la carta abierta, se quejaron de que ni siquiera se les permitió compartirla.
Los dos redactores jefe de la revista, Fiona Godlee y Kamran Abbasi, escriben: “Se dirigió a los lectores a leer la comprobación de hechos realizada por una agencia contratada por Facebook llamada Lead Stories. Consideramos que la comprobación de hechos realizada por Lead Stories es inexacta, incompetente e irresponsable”. ¿Por qué?: Carece de pruebas de que la noticia sea falsa, informa de un titular engañoso, caracteriza mal al propio BMJ al llamarlo “blog” y no revista científica, y muestra poca atención a los “detalles”. Lead Stories habla de “errores revisados”, pero en su propio análisis no informa de ningún error. El 18 de diciembre, la agencia Lead Stories respondió al BMJ. La agencia replica a la revista científica afirmando que ésta ha exagerado el tono. Así que lo de “falta de contexto” se subraya porque el tono, no la noticia, es erróneo y la verdadera culpa del BMJ parece ser sólo la de haber dado a los antivacunas el pretexto para relanzar sus tesis. A continuación, los autores revisan el artículo en cuestión tratando de demostrar que esas ligerezas reportadas en la fase de investigación de las vacunas no son tan extendidas o significativas. Según admiten los propios autores, “parte de nuestra misión es combatir lo que, según la Organización Mundial de la Salud, es una ‘infodemia’ de afirmaciones engañosas sobre Covid-19”. De esta manera, se revela un propósito político para el trabajo de “verificación” de las noticias. Evidentemente, se trata de periodistas que cuestionan el trabajo de otros periodistas. No de verificación de hechos. Hablamos de opiniones: las suyas contra las nuestras.