La verdadera alma gemela
El que se casa con la repudiada comete adulterio. (Mt 5, 32)
Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la gehenna. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la gehenna. Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer - no hablo de unión ilegítima - la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio. (Mt 5, 27-32)
Cuando pecamos sustituimos la voluntad divina, expresada en los mandamientos, con nuestra voluntad humana, cambiante y llena de errores. Jesús nos recuerda cuán sagrado e indestructible es el sacramento del matrimonio: quien abandona al propio cónyuge por otra persona, ve en ella su felicidad, pero esta nunca podrá representar la realización de la propia vocación. Como escribió el autor de El Señor de los Anillos, J.R.R. Tolkien, a su hijo Michael: “Cuando el enamoramiento llega a su fin o comienza a apagarse un poco, [los seres humanos] piensan que han cometido un error y que aún tienen que encontrar a su alma gemela. […] Pero la verdadera alma gemela es aquella con la que te has casado”.