La UE como China: “Yo, sin cuentas bancarias, víctima de los créditos sociales”
Frederic Baldan denunció el escándalo Pfizergate y, con su libro, reveló la opaca red de lobbies que dirige Bill Gates al servicio de von der Leyen. Ahora se enfrenta a la represalia del bloqueo de sus cuentas corrientes. Y revela a la Brújula Cotidiana: “Lo que me está pasando es el comienzo de lo que le pasará a todo el mundo con la combinación del sistema de crédito social de la UE y el euro digital”.
 
		                                        Sus denuncias fueron la base del procedimiento contra Ursula von der Leyen en el ya infame Pfizergate, es decir, la negociación por SMS entre la presidenta de la Comisión y el director ejecutivo de Pfizer, Alberto Bourla, sobre el enorme lote de vacunas de ARNm contra la COVID-19 que llegaron a Europa. Esa denuncia, que le costó la retirada de su acreditación como “lobbysta” inscrito regularmente en el registro de la UE, se convirtió luego en un libro titulado “Ursula Gates, von der Leyen y el poder de los lobbies en Bruselas”, publicado en Italia por Guerini e associati, en la colección Scintille dirigida por Marcello Foa (lea AQUÍ el prólogo publicado en primicia por la Brújula Cotidiana, la Nuova Bussola Quotidiana en Italia).
Ahora, Frederic Baldan, el belga que con su denuncia pública reveló el sistema de presión que guía los intereses de la gestión de von der Leyen, se enfrenta a una nueva represalia. Él mismo lo ha denunciado en su perfil de la red social X: “Banca Ing y Nagelmackers han cerrado todas las cuentas corrientes que me pertenecen, en particular la de ‘Edizioni Diritti e Libertà’ (titular de los derechos del libro “Ursula Gates”), la de mi consultoría, mi cuenta personal, la de mi núcleo familiar y la de mi hijo, de apenas 5 años”.
Así pues, como ya le ocurrió a Nigel Farage y a los camioneros canadienses no vacunados, cerrar las cuentas corrientes bancarias se convierte en un método eficaz de control del pensamiento y retoma la prueba del “crédito social” al estilo chino que se está arraigando también en el mundo occidental y ahora llega al corazón de Europa.
Es evidente, de hecho, que el motivo del cierre de las cuentas tiene que ver con el asunto legal que enfrenta a Baldan con von der Leyen.
Y no es casualidad que la represalia de la que es víctima el exlobbysta de la UE represente, desde cierto punto de vista, una venganza de los poderes fuertes europeos no solo por el escándalo Pfizergate denunciado por Baldan, sino también por haber revelado, con documentos en mano y pruebas irrefutables, el sistema de “crédito social” al estilo chino que la UE ha puesto en marcha, teorizando primero y luego llevando a cabo el capitalismo de vigilancia que hemos visto en acción con el pasaporte Covid creado por las astutas mentes europeas.
De hecho, precisamente en su libro, Baldan repasa todas las etapas que llevaron a la creación de la herramienta adoptada por los Estados para controlar el contagio o la vacunación, incluyéndola en la política de control de la libertad personal importada a Europa por Bill Gates, que colaboró con el Gobierno chino en la creación de las primeras herramientas de rastreo a través del “crédito social”.
De hecho, en la página 169 de su libro “Ursula Gates”, Baldan documenta que, en marzo de 2015, Bill Gates se reunió con el presidente Xi Jinping. Ambos coincidieron en la necesidad de implementar las políticas de control social que China ya había desarrollado desde el año anterior a través del Plan para la Construcción de un Sistema de Crédito Social. Para su realización, el Dragón utilizó precisamente —escribe Baldan— “las herramientas ideadas y promovidas por Gates”.
Pues bien, Baldan certifica que el sistema de crédito social entró posteriormente en la agenda 2030 de la ONU y, a continuación, a través de una densa red de lobbies, entre los que se encuentran los de Gates, el Wellcome Trust, los Rockefeller, el Foro Económico Mundial y el Atlantic Council, llegó a Europa gracias a Ursula, apoyada por estos lobbies. Éste es el origen del Pasaporte Covid y, según reconstruye Baldan, “a través de Ursula von der Leyen, el equivalente occidental del proyecto de socialismo con características chinas se implementa dentro de la UE. Se trata de un modelo de socialismo que ya no es nacional, sino global”.
Y ahora este modelo no solo se aplica en Europa, sino que se ha aplicado sobre él.
Como él mismo explica a la Brújula Cotidiana en esta conversación: “Esto es solo el comienzo de lo que nos va a pasar a todos con la combinación del sistema de crédito social de la UE y el euro digital”, explica Baldan. “La UE quiere crear plataformas digitales intermedias para supervisar y controlar nuestras vidas. Pero no se hagan ilusiones, se trata de espionaje y control masivo las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Sus derechos y libertades se convertirán en privilegios de los usuarios sujetos a decisiones arbitrarias”.
Pero, ¿cuál es el objetivo? Según Baldan, “reducir a los seres humanos a la condición de objetos, con el Estado penetrando y dirigiendo todos los aspectos de nuestras vidas, destruyendo en última instancia la dignidad humana al privarnos de nuestra autonomía. Lo que se está preparando es un ‘campo de concentración digital’, y tenemos el deber de impedir que la Comisión Europea lo lleve a cabo. Espero que lo que me está sucediendo sirva de ejemplo revelador de la fealdad de las instituciones europeas, que ya no respetan el proyecto de una Europa de las naciones, ni los tratados, ni los valores europeos. Debemos luchar por la democracia y la libertad”.
Pero, ¿cómo es posible que, sic et simpliciter, algunas entidades de crédito decidieran unilateralmente “expulsar” a un cliente sobre el que -por cierto-, no pesa ningún delito financiero? Preguntamos si los bancos han dado alguna explicación, aunque sea vagamente atribuible a motivos que puedan hacer pensar en otra cosa. La respuesta es desconcertante: “Los bancos no me han dado ninguna justificación. Se trata de una decisión puramente arbitraria. Dado que dos bancos lo hicieron al mismo tiempo, debo suponer que los servicios secretos, impulsados por los políticos, presionaron a mis bancos para obtener mi información financiera. Para evitar seguir ayudando al Estado a espiarme voluntariamente, los bancos tuvieron que optar por despedirme como cliente, junto con todas las cuentas vinculadas a mí. No veo otra explicación”.
Pero la batalla de Baldan no se detiene aquí, sino que, como él mismo ha escrito en X, “a la señora von der Leyen, a sus partidarios y a sus subordinados, se lo digo alto y claro: la intimidación nunca funciona. Solo refuerza nuestro compromiso”.
Un compromiso que Baldan ha decidido seguir persiguiendo a pesar de que el tribunal de Lieja, al que acudió para presentar la primera denuncia, se ha declarado incompetente: “Nuestra investigación judicial ha demostrado la culpabilidad de Ursula von der Leyen, en particular a través de un informe policial de mil páginas. En esta fase, la EPPO (la Fiscalía Europea, nota del editor), que depende de Ursula von der Leyen, se ha declarado ilegalmente competente y ha hecho todo lo posible por cerrar nuestro caso”.
El tribunal de Lieja, por su parte, ha dictaminado “que no hemos sufrido ningún perjuicio como consecuencia de la violación de nuestros derechos humanos y que la corrupción no perjudica a los contribuyentes porque el dinero del Estado no es su dinero”. Pero, según Baldan, “se trata de una sentencia contraria a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y que viola la Constitución a la que los jueces han jurado obediencia. La sentencia, en realidad, es política, no se basa en el derecho. El jefe de la EPPO también ha mentido al Parlamento Europeo al afirmar que no había sospechas, a pesar de que el título de la portada del expediente es Ursula von der Leyen, contra quien se emprenderán otras acciones legales porque disponemos de pruebas suficientes”.
La cuestión de los créditos sociales parecía una sugerente narración con vagos contornos distópicos y orwellianos, pero la historia de Baldan nos muestra claramente que se ha convertido en realidad, y lo ha hecho en el corazón de Europa.
 
					 
						
                        


