San Juan de Ávila por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

La tentación de la vanagloria y de la hipocresía

Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. (Mt 6, 3)

Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará. (Mt 6,1-6.16-18)


Con la impostura nos apropiamos de méritos que no son nuestros para parecer mejores de lo que somos. Cuando obedecemos a la voluntad divina hay que hacerlo con alegría porque, así, hacemos feliz a Dios amandoLo directamente, o en el prójimo que está pasando un momento de dificultad. Si, en cambio, actuamos así por vanagloria (engañándonos a nosotros mismos) e hipocresía (engañando a los demás), en realidad estamos engañando al Señor porque Él sabe qué es lo que nos empuja a una buena acción. Expulsemos la tentación de la hipocresía para no convertir en vanas las ocasiones que la Gracia divina nos da para hacer el bien de verdad.