San Juan Evangelista por Ermes Dovico
LOS HECHOS HABLAN

La realidad supera a quienes quieren acabar con el Rito Antiguo

Se está librando una guerra ideológica contra la liturgia tradicional, que como tal está destinada a “encallar” frente a conversiones y vocaciones concretas. El tiempo es un caballero porque no es el espacio de la ideología sino de la divina Providencia.

Ecclesia 29_06_2024 Italiano English

Este tipo de Misa no debería celebrarse, al menos en la mente de un número considerable de prelados que tratan de rodear al Papa Francisco para convencerle de que firme un nuevo documento que acabe definitivamente con la cualquier posibilidad de supervivencia del Rito Antiguo fuera del apostolado de los Institutos ex-Ecclesia Dei. Todavía no está claro si este documento existe ya o no; pero en cualquier caso lo que sí parece confirmado es que su publicación no estaría a la vuelta de la esquina y que no es tan evidente que el Papa tenga intención de apoyar esta causa, quizá por la conocida antipatía de Francisco hacia el cardenal Arthur Roche, quizá porque la marginación de los católicos fieles a la Santa Sede no sería una buena publicidad para el Sínodo bajo el lema de “todos, todos, todos”, o quizá por otras razones.

El resultado de la reciente visita de monseñor Gilles Wach, Prior General del Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote, parece confirmar una cierta “protección” del Papa hacia los Institutos ex-Ecclesia Dei, como ya ocurrió con la Fraternidad de San Pedro, recibida a raíz del motu proprio Traditionis Custodes, y confirmada en su apostolado.

En cambio, la Socièté des Missionaires de la Miséricorde Divine, Sociedad de Vida Apostólica de derecho diocesano (Fréjus-Toulon), muy activa en la evangelización, con especial atención al mundo musulmán, y que cuenta actualmente con 34 miembros, se encuentra en una situación más difícil. Los propios estatutos del instituto prevén el uso de libros litúrgicos anteriores a la reforma, pero tras la Traditionis Custodes su situación parece estancada. Un comunicado del superior general, el abate Jean-Raphaël Dubrule, denuncia que un seminarista lleva dos años esperando las Órdenes Mayores y otros cuatro están “paralizados” desde hace un año a pesar de que la crítica situación de la diócesis se ha “desbloqueado” por fin.

Tras numerosas discusiones con las autoridades romanas competentes encabezadas por monseñor Touvet (obispo coadjutor de Fréjus-Toulon, ed.), a quien agradezco calurosamente su gran apoyo a nuestra comunidad, parece que la situación está bloqueada no sólo por lo que respecta al rito de ordenación, sino también para la posibilidad de que los futuros sacerdotes puedan celebrar según el rito antiguo”, explica Dubrule. La resistencia de la Santa Sede pone en serias dificultades a los miembros del Instituto, que “ya no podrían ejercer su ministerio dentro de la comunidad y de acuerdo con los estatutos”.

Parece que Roma está preocupada -por no decir aterrorizada- por la existencia del Rito Antiguo y que la prioridad actual del Dicasterio para el Culto Divino es hacerlo desaparecer de la faz de la tierra. Sin embargo este mismo celo no parece caracterizar la aplicación de la constitución conciliar Sacrosanctum Concilium, que, al tiempo que daba un espacio adecuado a las lenguas nacionales, pedía el mantenimiento del latín en la liturgia (cf. SC 36, 54); del mismo modo que, en perfecta continuidad con el desarrollo de la tradición litúrgica, reconocía “el canto gregoriano como el canto propio de la liturgia romana”, a la que debía darse “el lugar principal” (SC 116). Huelga decir que el latín y el gregoriano ya no se utilizan en la inmensa mayoría de las celebraciones litúrgicas, incluidas las de las catedrales.

Tampoco parece muy activo ese celo a la hora de perseguir los continuos y cada vez más extendidos abusos litúrgicos, algunos de ellos casi inimaginables, que están alejando de la liturgia a los fieles católicos, justamente asqueados. No es ningún misterio que si un sacerdote celebra con la cara maquillada como un payaso nadie le dice nada, mientras que si el mismo sacerdote celebrara con el Rito Antiguo lo mandarían bien lejos. Porque no sólo nos importa el Rito Antiguo, nos importa igualmente que la gente (mucho más numerosa) que asiste al Rito Reformado pueda experimentar la belleza de la liturgia y no se intoxique con la creatividad litúrgica clerical. Porque la realidad dice que una existe y la otra también. Y un verdadero pastor debe ocuparse de ambas. Sin reduccionismos ideológicos.

Y de esta manera llegamos al quid de la cuestión: cada vez está más claro que el Dicasterio nominalmente dirigido por Roche, pero realmente dirigido por monseñor Viola, está enfermo de ideología. Porque no quiere ver las graves dolencias de las que adolece hoy la liturgia romana, mientras persigue un Rito que la Iglesia ha aprobado durante siglos y que hoy sigue atrayendo y alimentando a decenas de miles de fieles en todo el mundo y a cientos de vocaciones sacerdotales y religiosas. Y la realidad no se puede borrar por decreto. Como escribió Dostoievski en Los hermanos Karamazov, “¡Los hechos hablan! ¡Gritan!”. Hablan de un pueblo joven, en crecimiento, que se alegra de beber de estas fuentes, sin utilizar esta liturgia de forma igualmente ideológica contra el Concilio, contra esto o contra aquello. Gritan sobre la necesidad que tienen las familias de una liturgia y una pedagogía de la fe ancladas en la experiencia secular de la Iglesia, sin impedir que otros sigan otros caminos.

Las ideologías también gritan, pero simplemente porque no quieren dejar espacio a la palabra que viene de la realidad. ¿Se han tomado la molestia alguna vez monseñor Viola, el cardenal Roche o el cardenal Parolin de hablar con estas personas para intentar comprender lo que les mueve? ¿O se contentan con un ”grillo parlante” que no hace más que despreciar, sin saber siquiera de quién habla?

¿Saldrá o no a la luz este temido documento? ¿Impedirá por completo el Rito Antiguo o preservará las reservas indias? Pase lo que pase, asestará un golpe, pero no ganará la guerra. Porque la realidad, con su invencible tozudez, ha sido capaz de enterrar regímenes ideológicos mucho peores. Es sólo cuestión de tiempo, y el tiempo es un caballero no por su propia virtud, sino porque es el espacio de la divina providencia. Que no es ideológica.

Por eso, a pesar de que todo rema en sentido contrario, lanzamos de nuevo la propuesta concebida por el padre Louis-Marie de Blignières de una circunscripción eclesiástica, que permitiría a los fieles poder recibir los sacramentos y vivir la vida litúrgica según el Rito Antiguo, permaneciendo en paz dentro de la Iglesia. Y lo planteamos sobre todo a la atención de los obispos, para que apoyen la línea de un sano realismo. Y de una verdadera acogida que, si no se vive con los de casa, ¿cómo puede pretender abrirse a los de fuera? Porque si es cierto que la ideología siempre acaba siendo sepultada por la realidad, no es menos cierto que mientras tanto se cobra innumerables víctimas. Y lo vemos día tras día en las numerosas almas cuya sensibilidad litúrgica se ve continuamente afectada y que acaban buscando soluciones que no están en comunión con la Iglesia. La propuesta de Blignières no es una idea brillante, ni una estratagema ingeniosa: es una idea realista. Simplemente pide el derecho de la Iglesia a servirse de una figura jurídica ya existente para ampliar sus espacios y acoger en sus brazos a miles de sus jóvenes (y no tan jóvenes) hijos.

¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo le dará un escorpión?” (Lc 11,11-12). ¿Y a un hijo que pide los sacramentos según un Rito que pertenece a la Iglesia?