La Iglesia sigue las noticias como si fueran la nueva Revelación
La crónica, la actualidad, lo que nos cuenta la historia es la nueva Revelación. Con la Iglesia del Papa Francisco se cumplen las “profecías” de Hegel, de Martini y de Sartre: la existencia precede a la esencia y la revista de prensa es la nueva oración de la mañana. Migraciones, globalismo, ecologismo, transiciones, agenda de la ONU, modelo chino, planificación familiar, abolición de la propiedad privada, homosexualismo. No hay ningún tema de actualidad en el que la Iglesia mantenga hoy una posición dura y antitética a la del mundo, una posición de resistencia y oposición.
El filósofo alemán Hegel predijo que la oración matutina del hombre moderno sería leer el periódico. Las noticias, la actualidad, lo que nos dice la historia representan la nueva Revelación y la oración consiste en tomar nota de ello. El cardenal Martini decía que la Iglesia llega con 200 años de retraso. ¿Retraso con respecto a qué? Con respecto a lo que la historia nos dice que será esta nueva Revelación de la que la Iglesia aún no ha tomado nota. El Papa Francisco parece haberse encargado de acortar o incluso acabar con este retraso, con el riesgo de que la Iglesia cambie la crónica, la actualidad, lo que nos dice la historia a cambio de la Revelación, de la que se toma nota a modo de nueva oración matutina.
Todos los días Francisco concede una entrevista a algún periódico. Habla de las noticias, de la actualidad, de lo que nos cuenta la historia. Juzga simplemente a la luz de alguna opinión, también vinculada a la crónica. No juzga a la luz de una doctrina extraída de la crónica, sino que simplemente toma nota de lo que ocurre, plantea preguntas, tira unas cuantas piedras al estanque, contando con que la crónica le dé unas cuantas vueltas y saque algo nuevo.
La expresión del cardenal Martini que se ha convertido en la agenda del Pontífice, sugiere que es el mundo y su historia el que dice lo que es verdad, y que la Iglesia debe apresurarse a seguir. La crónica, la actualidad, lo que nos cuenta la historia es la nueva Revelación.
Uno de los temas del retraso de la Iglesia era, para el cardenal, la moral sexual. Y, en efecto, la Iglesia de Francisco se apresura a recuperar el terreno perdido. La Academia Pontificia de Ciencias Sociales se abre a la anticoncepción y a la fecundación homóloga [AQUÍ y AQUÍ] y algunas agencias auguran una próxima encíclica del Papa sobre el tema. Seguramente Francisco cambiará la enseñanza tradicional sobre el tema –es inútil engañarse- y la razón será una sola: las noticias y la actualidad. Lo que nos dice la historia es diferente y tenemos que tomar nota: las laudes matutinas son la revista de prensa. Visto que hoy en día muy pocos ponen en práctica las enseñanzas de la Humanae vitae y –se dice- incluso las parejas católicas usan anticonceptivos, entonces la Iglesia tiene que cambiar su enseñanza. Es la eficacia la que dicta la ley.
Después de todo, ¿cuál fue la razón del cambio de doctrina sobre la pena de muerte? El hecho de que sociológicamente la sensibilidad general sobre el tema había cambiado. ¿Y cuál fue la razón para cambiar la propuesta católica sobre el adulterio como lo hizo Amoris laetitia, sino la misma, es decir, que la opinión actual y la práctica generalizada son muy diferentes en la actualidad?
Quisiera invitar al lector de estas líneas a que me señale un tema de actualidad en el que la Iglesia de Francisco mantenga una posición dura y antitética a la del mundo, una posición de resistencia y oposición. ¿Migración? ¿Globalismo? ¿Ecologismo? ¿Transiciones? ¿La agenda de la ONU? ¿El modelo chino? ¿Planificación familiar? ¿La abolición de la propiedad privada sustituida por el reparto globalista? ¿Homosexualismo? Incluso el transhumanismo está siendo absuelto, de momento por las principales revistas teológicas, pero mañana lo será incluso en las altas esferas de la jerarquía eclesiástica.
El aborto (que debería ser el primer tema de lucha con el mundo) se tolera ampliamente, y si la Iglesia se compromete públicamente contra él se juzga como algo ideológico y no pastoral. La Iglesia se limita a “tomar nota” de una sentencia que impide que un niño sea licuado o extraído en pedazos del vientre de su madre, o incluso que se le extraiga el cuerpo mientras su cabeza aún permanece dentro, y entonces el médico lo mata haciendo una incisión en la médula espinal.
El proyecto de Martini que se está llevando a cabo actualmente se basa en el principio de que la existencia precede a la esencia. Este principio está implícito en la predicción de la lectura del periódico como oración matutina, ya que es la noticia –es decir, la existencia- la que nos dice lo que tenemos que pensar y lo que tenemos que hacer. Sin embargo, fue Jean Paul Sartre quien lo dijo más claramente: la existencia precede a la esencia. También la Iglesia tiene una esencia inmutable, fundada por Cristo y sostenida en su indefectibilidad por el Espíritu Santo, y luego tiene una existencia en las noticias, en la actualidad y en la historia.
Es la primera, la esencia, la que debe orientar a la segunda y no al revés. De su esencia derivan la misión y la pastoral de la Iglesia y no al revés. Lo que la Iglesia enseña debe derivar de su esencia y misión y no de las noticias, la actualidad y lo que dice la historia. Si la anticoncepción, o el adulterio, o la homosexualidad, o el aborto son contrarios al bien natural y sobrenatural, la Iglesia debe seguir diciéndolo, en coherencia con su esencia y misión, aunque las estadísticas demoscópicas sobre el comportamiento real de las personas digan lo contrario.
Éste es el mayor problema de la Iglesia hoy en día. Si se olvida la esencia, la existencia ya no está iluminada por ninguna luz. Se impondrá por una eficacia ciega, y la vida de la Iglesia sólo será “tiempo”, que se lo lleva todo en el atraco.