La fuerza del testimonio
No os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis (Mt 10, 19)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».
(San Mateo 10, 17-22)
Jesús prepara a sus apóstoles para la realidad de la persecución y las dificultades que encontrarán en su camino de fe. No promete una vida sin obstáculos, pero asegura la presencia del Espíritu Santo, que guiará sus palabras y sus acciones. El testimonio de Cristo conlleva riesgos, divisiones y oposición, incluso dentro de las familias, pero es precisamente en esta prueba donde se manifiesta la fe auténtica. ¿En qué situaciones de tu vida sientes miedo o temor de dar testimonio de tu fe? ¿Qué significa para ti perseverar en la fe incluso ante la hostilidad o la incomprensión?
