La fe no debe vacilar
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. (Jn 15,16)
«Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros». (Jn 15,12-17)
Jesús promete que lo que pidan los discípulos para su misión de evangelización -misión que a menudo requiere una buena parte de la vida del discípulo fiel- será concedido. Aún así recordemos que Dios no debe adecuarse a nuestros tiempos y, por tanto, puede ocurrir que lo que hemos pedido no llegue cuando queramos. Pero nuestra fe en Él no debe vacilar: Jesús seguramente nos concederá a nosotros y a quienes nos son confiados todo aquello que nos ayudará a ganar la vida eterna. ¡Que esto nos baste!