Cristo Rey por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Hermosas sorpresas

Pues, si no creéis que “Yo soy”, moriréis en vuestros pecados. (Jn 8,24)

De nuevo les dijo: «Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros». Y los judíos comentaban: «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?». Y él les dijo: «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que “Yo soy”, moriréis en vuestros pecados». Ellos le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les contestó: «Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él». Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada». Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él. (Jn 8,21-30)


A pesar de que Jesús a menudo  refiera a Sí mismo el Nombre de Dios, los adversarios ni siquiera se plantean la hipótesis de que Él tenga una naturaleza divina y, sobre todo, que la voluntad de ellos  pueda ser incompatible con la de Dios mismo. Es este prejuicio el que les convierte en aduladores de sí mismos y el que les condena, porque el hombre no puede encontrar en sí mismo el sentido de la vida y la propia felicidad, cerrándose así a las hermosas sorpresas que Dios ha puesto en su camino. El hombre ha sido creado a imagen de Dios, y está llamado, durante la propia vida terrenal, a asemejarse a Él cada vez más modelando docilmente la propia voluntad a la divina. Señor, ayúdanos a ser humildes de corazón para alabarte a Ti y no a nosotros mismos.