Santo Tomás por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Hechos, no palabras

Vosotros sois la sal de la tierra. (Mt 5,13)

«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos». (Mt 5,13-16)


La sal, para dar verdaderamente sabor a la comida, debe disolverse. Cuando esto sucede, parece que la sal haya perdido su esencia mientras el gusto nos demuestra que no es verdad. Esto sucede también en el caso de Jesús y sus discípulos. El testimonio que, como norma, da más fruto es el menos evidente: las palabras son más fáciles de sentir y nos pueden enorgullecer, mientras que nuestras acciones cotidianas, a menudo no manifiestas, pueden parecer menos eficaces pero, si se hacen para mayor gloria d Dios, seguramente serán más elocuentes que mil palabras. Hoy, intentemos dar sal a nuestras acciones, más que a las palabras.