San Pedro Canisio por Ermes Dovico
AUKUS

Guerra Fría de Francia contra las potencias anglófonas

El Tratado de Aukus entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos, para la cooperación tecnológica de las tres potencias en el Pacífico, enfurece a Francia. De hecho, sin ser informado, París presenció la cancelación del mega contrato para el suministro de submarinos a Australia. Y el nuevo tratado rediseña las alianzas, marginando a la OTAN.

Internacional 21_09_2021 Italiano English

Australia, Estados Unidos y Gran Bretaña fortalecen el viejo eje nacido en las dos guerras mundiales y consolidado durante la Guerra Fría, para soldar un nuevo acuerdo en la región del Indo-Pacífico con el objetivo más evidente de fortalecer el frente anti-China.

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, el primer ministro británico Boris Johnson y el primer ministro australiano Scott Morrison, anunciaron el 16 de septiembre el nuevo acuerdo militar e industrial de AUKUS basado en el intercambio de tecnologías militares avanzadas y en una cooperación más estrecha en el sector de defensa. Los tres líderes afirmaron que “el esfuerzo que estamos lanzando hoy ayudará a sostener la paz y la estabilidad en la región del Indo-Pacífico. Durante más de 70 años, Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos han trabajado junto con otros aliados y socios importantes para proteger nuestros valores compartidos, para promover seguridad y prosperidad. Hoy, con la formación de AUKUS, debemos volver a involucrarnos en esta visión”. El acuerdo tiene como objetivo facilitar el intercambio de tecnologías en áreas como la inteligencia artificial y la propulsión nuclear submarina desde que Australia anunció su intención de dotarse de submarinos de este tipo, de muy larga autonomía, con cooperación técnica angloamericana.

La respuesta de Beijing fue inmediata: un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, describió la decisión angloamericana de exportar tecnología nuclear a Australia como “extremadamente irresponsable” y pidió a los tres países que abandonen la mentalidad de la guerra fría. Australia será la séptima nación del mundo en estar equipada con submarinos de propulsión nuclear, mientras que la Marina de los Estados Unidos tiene como objetivo desplegar sus submarinos de ataque nuclear clase Virginia en la base naval australiana en Perth. El Reino Unido ha anunciado que reforzará su presencia naval en la región en los próximos años y dotará a Australia de la tecnología para la propulsión de submarinos de ataque nuclear de los que Canberra adquirirá al menos 8 unidades, renunciando efectivamente al mega contrato de casi 60 mil millones de euros anunciados en 2016 para 12 submarinos del tipo francés Barracuda con propulsión Diesel-eléctrica.

El acuerdo con Washington y Londres, que prevé la construcción de submarinos en los astilleros de Adelaida, representa por tanto un grave perjuicio para Francia, para su imagen y para su industria, mientras que las formas brutales en las que Paris fue informada de la cancelación del contrato parecen expresar la voluntad de humillar a la potencia europea. La reacción de Paris fue muy dura. “Esta decisión brutal, unilateral e impredecible me recuerda mucho a lo que estaba haciendo Trump - sentencio el canciller francés Jean-Yves Le Drian - estoy furioso y amargado. No nos comportamos así entre aliados”. Luego, Le Drian anunció el retiro de los embajadores en Estados Unidos y Australia “para consultas”. Decisión tomada “a petición del presidente Emmanuel Macron, justificada por la excepcional gravedad de los anuncios” realizados por Australia y Estados Unidos, por lo que París lo definió como “comportamiento inaceptable entre aliados y socios”.

El exembajador francés en los EE. UU., Gerard Araud, habló explícitamente de una puñalada por la espalda de EE. UU. y Gran Bretaña, señalando que habría sido mucho más fácil para Canberra comprar submarinos nucleares de la propia Francia, ya que todos los submarinos franceses son de propulsión nuclear. El programa de los nuevos submarinos australianos había sido precisamente adaptarlos a la propulsión convencional. “Estoy profundamente conmocionado por esta noticia, pero también por las condiciones en las que nos enteramos”, dijo el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa del Senado francés, Christian Cambon. “Esto cuestiona muchas certezas. Tendremos que examinar todas las consecuencias de esta decisión. Tendremos que preguntarnos por la actitud recurrente de algunos de nuestros aliados, que se comportan más como adversarios que como competidores leales”. El embajador de Francia en Australia, Jean-Pierre Thebault, dijo explícitamente que “esto fue un gran error, una mala gestión de la partnership. Nunca se nos ha informado de cambios sustanciales” en el programa de submarinos.

El nacimiento de AUKUS también margina a la OTAN y obviamente a la Unión Europea, que no ha sido informada ni consultada. Tras la retirada de Afganistán “es la segunda vez que se toma una decisión importante de este tipo sin que nos involucremos” y “nos preocupan las consecuencias que podría tener en diversos ámbitos. Tendremos que hablar de ello a nivel de la UE, pero también de la OTAN”, dijo a AGI un alto funcionario de la UE.

La historia confirma el fortalecimiento del eje estratégico entre las potencias de habla inglesa vencedoras de la Segunda Guerra Mundial y la marginación de los demás aliados, considerados nada más que gregarios. Hoy es demasiado evidente en el área del Pacífico, pero se ha visto muy bien durante varios años también en Europa, donde la línea angloestadounidense-canadiense tira de la Alianza Atlántica en pulso con Rusia y en las ayudas militares a Ucrania. En segundo lugar, la dura respuesta de Francia, una potencia nuclear no precisamente marginal en el Indo-Pacífico donde conserva territorios de ultramar y bases militares, subraya el orgullo con el que París defiende su papel y sus intereses nacionales también hacia los llamados “aliados”. Por último, cabe señalar que el anuncio de la constitución de AUKUS se produjo al mismo tiempo que la definición del compromiso estratégico de la Unión Europea en la región del Indo-Pacífico donde la UE pretende desplegar fuerzas navales.