Gestos de caridad
Se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas. (Mc 12,42)
Y él, instruyéndolos, les decía: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa». Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante. Llamando a sus discípulos, les dijo: «En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir». (Mc 12,38-44)
La Justicia de Dios, al contrario que la humana, no valora la apariencia, sino el corazón de los hombres. El corazón de quienes dan lo que les sobra a los pobres es más bien ligero; además, se corre el riesgo de actuar con hipocresía y tener ciertos comportamientos -en sí mismos justos- por la vanidad de ser admirados. Jesús dijo que al hacer la caridad la mano izquierda no tiene que saber lo que hace la derecha: cada uno de nosotros debe buscar con humildad el anonimato cuando realiza gestos de caridad material y espiritual.