Santa Isabel de Portugal por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Fuente de serenidad

Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera. (Mt 11, 30)

En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera». (Mt 11, 25-30)


Visto que somos solo criaturas, nuestra libertad es limitada. De hecho, solo podemos elegir seguir o rechazar la voluntad de Dios. No podemos decidir cómo debe ser la realidad. Podemos solo aceptarla y reconocer en ella la obra de Dios. Cuando nos fiamos de Dios aceptamos la verdad en nuestra vida de criaturas. La verdad es Jesús mismo y solo su verdad nos hace libres. Seamos sinceros con nosotros mismos y preguntémonos si acogemos la verdad en cada cosa que hacemos, pensamos, decimos o si la ajustamos para adaptarla a nuestro deseo o voluntad.