San Columbano por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Fruto de la tierra y del trabajo del hombre

¿Con qué compraremos panes para que coman estos? (Jn 6, 5)

Después de esto, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda». Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo. (Jn 6, 1-15)


El pan es el fruto del trabajo del hombre, pero a menudo tendemos a olvidar que si Dios no hiciese germinar la semilla y no mandase la lluvia todo nuestro trabajo sería en vano. Por esto, el sacerdote, en el ofertorio, recita que el pan es “fruto de la tierra y del trabajo del hombre”, sobrentendiendo que la tierra es la segunda causa, y que Dios es la primera causa de todo aquello que la tierra produce. Fiémonos siempre del Señor para que no nos falte nunca el pan terrestre, ni el celestial.