En los pensamientos, las palabras y las obras
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. (Mt 24,42)
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. (Mt 24,42-51)
El fiel discípulo de Jesús debe siempre estar preparado para encontrarse con su Señor en el momento de la muerte, que también puede ser repentina. Después no será ya posible convertirse porque al no estar ya en el tiempo, no tendremos la posibilidad. Para el discípulo estar listo para tal encuentro no es una carga, sino una fuente de alegría porque está acostumbrado a seguir con docilidad la palabra de Jesús. Pero tú, en las últimas veinticuatro horas, ¿has cumplido la voluntad de Dios en los pensamientos, las palabras y las obras?