Sábado Santo por Ermes Dovico
SIGNO DE RESURRECCIÓN

En la Sábana Santa todo habla de Jesús de Nazaret

La Sábana Santa nos habla de manera elocuente de hechos ocurridos hace dos mil años. Sin embargo, se perpetúan mentiras para negar su autenticidad. Y esto a pesar de los más de cien años de investigaciones y de publicaciones que corroboran el vínculo entre ese lienzo y la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.

Ecclesia 19_04_2025 Italiano English

La proximidad de la Pascua vuelve a poner en primer plano la Sábana Santa, la venerada reliquia conservada en Turín desde hace más de cuatro siglos. San Juan Pablo II la definió de esta manera: “Testigo singular de la Pascua, de la Pasión, de la Muerte y de la Resurrección. Testigo mudo, pero al mismo tiempo sorprendentemente elocuente”. De hecho, la Sábana Santa habla, como afirmó Benedicto XVI: “Este rostro, estas manos y estos pies, este costado, todo este cuerpo habla, es en sí mismo una palabra que podemos escuchar en el silencio”.

En estos días se han multiplicado las conferencias, exposiciones, libros y artículos sobre la Sábana Santa. Se está celebrando en la Basílica de San Juan Bautista de los Florentinos, en Roma, una gran exposición organizada por la Pontificia Universidad Regina Apostolorum. En toda Italia y en algunos países extranjeros se celebra la Ostensión Difusa, una iniciativa para exponer copias de la Sábana Santa en las iglesias. Y también acaba de salir a la venta Contemplare la Sindone, el nuevo libro que he escrito con don Domenico Repice (Ares 2025).

Sin embargo, en este hervidero de iniciativas también se escuchan cosas que dejan muy perplejos. La afirmación más sorprendente que hemos podido escuchar se refiere a la reacción del mundo científico a la datación medieval de la Sábana Santa en 1988: “Todo permaneció en silencio durante 22 años, hasta el congreso de la ENEA de 2010, donde habló Marco Riani”. No es así, porque inmediatamente se levantó un coro de protestas por motivos científicos. Se convocaron numerosos congresos: Bolonia 1989, París 1989, Cagliari 1990, Roma 1993, Niza 1997, Turín 1998, Richmond 1999, Río de Janeiro 1999, Orvieto 2000, Dallas 2001, París 2002, Río de Janeiro 2002, Dallas 2005. En todos ellos se presentaron trabajos que invalidaban la prueba del radiocarbono.

En 1990 se publicó el primer libro que cuestionaba la datación medieval: La Sindone, un enigma alla prova della scienza (La Sábana Santa, un enigma a prueba de ciencia), que escribí para Rizzoli con Orazio Petrosillo y un prólogo de Vittorio Messori. Le siguieron otros libros y, sobre todo, artículos científicos en prestigiosas revistas de referencia, como el de H. Gove et al. de 1997: A problematic source of organic contamination of linen, o el de R. Rogers de 2005: Studies on the radiocarbon sample from the Shroud of Turin, por mencionar solo dos.

Quienes sostienen que antes de 2010 todo estaba en silencio, además, nunca mencionan la refutación definitiva de la datación por radiocarbono publicada en Archaeometry en 2019 por T. Casabianca, E. Marinelli, B. Torrisi y G. Pernagallo. Se evita hablar de ello para hacer creer que todo sigue en silencio incluso después.

La colosal mentira del “todo callan” con respecto a la datación por radiocarbono va a juego con otra mentira: “No sabemos casi nada sobre la Sábana Santa, es más lo que no sabemos que lo que sabemos, sabemos lo que no es, pero no sabemos lo que es”. Así se niega con total naturalidad todo lo que se ha encontrado y publicado durante más de cien años de investigaciones: la confección del tejido, muy valioso, que contiene trazas de ADN de personas de la India, corrobora la posibilidad de que José de Arimatea lo comprara en el Templo; también hay trazas evidentes de ADN de Oriente Medio; la presencia de aloe y mirra y la abundancia de polen de plantas de Tierra Santa; la presencia de aragonita similar a la encontrada en las cuevas de Jerusalén; una costura lateral idéntica a las existentes en telas judías del siglo I d. C.

El cadáver que yacía en el sudario es el de un hombre flagelado, coronado de espinas, crucificado con clavos y atravesado por una lanza en el costado. Todo coincide con la descripción de la Pasión de Cristo que se encuentra en los Evangelios. El tiempo de contacto entre el cuerpo y el sudario se ha estimado en unas 36-40 horas, tras las cuales se formó la imagen del cuerpo en el sudario. El lienzo recibió una radiación ortogonal que puede explicarse, como demuestran los experimentos realizados con láser en el ENEA de Frascati, por una potente emisión de luz.

Algunos intentan desvalorizar los análisis realizados por Pierluigi Baima Bollone, que fue director del Instituto de Medicina Legal de Turín, quien demostró que la sangre es humana y del grupo AB, la misma que la del Sudario de Oviedo y de algunos milagros eucarísticos. Alegan que los reactivos utilizados no habrían sido adecuados y que la sangre podría ser de conejo. Estos ataques no están justificados, ya que en la época de los análisis, en los años ochenta, Baima Bollone ya había respondido a las objeciones en la revista Sindon, la misma que había publicado sus trabajos. Pero los negacionistas desatados han llegado incluso a cuestionar el sudor de sangre de Jesús en Getsemaní, fenómeno conocido en medicina en casos de gran estrés, con argumentos del tipo que Lucas no estaba presente o que a la luz incierta de las antorchas no se ve el sudor de sangre.

La multitud de detractores acaba diciendo que si la Sábana Santa es verdadera o falsa no cambia nada, ya que lo que importa es la imagen que remite a Jesús. No se dan cuenta de que si no fuera el sudario de Jesús, sería el resultado de un horrible crimen perpetrado para crear una reliquia falsa, por lo tanto, no sería una referencia a Jesús en un icono hecho para meditar. De la Sábana Santa, sin embargo, han dicho que “hay iconos más hermosos”.

Otra afirmación ambigua, que pretende ser poética, es esta: “La Sábana Santa no da respuestas, plantea preguntas. ¿Puede ser una prueba de la Resurrección? La respuesta a una pregunta de fe no se encuentra en la Sábana Santa, sino en los ojos y el corazón de quien la mira”. Quienes dicen esto no tienen en cuenta todos los resultados de los exámenes científicos, que, como ya se ha dicho, han dado muchas respuestas a nuestras preguntas. Los físicos que han realizado los experimentos con láser en la ENEA han admitido que, a partir de sus resultados, se puede pensar en la formación de la imagen con una luz como la que Jesús desprendió durante la Transfiguración. Por lo tanto, la respuesta no puede estar en los ojos y en el corazón de quienes simplemente miran la Sábana Santa sin saber nada y pueden sacar conclusiones erróneas, sino en la mente de quienes se han documentado y conocen las respuestas que la Sábana Santa ha dado a los científicos.

El fastidio que causa la autenticidad de la Sábana Santa, definida por algunos incluso como una “obsesión”, llega al punto de afirmar que si fuera auténtica y signo de la Resurrección, sería un daño para la fe, ya que quedaría aniquilada por una verdad impuesta. Menos mal que el custodio de la Sábana Santa, el cardenal Roberto Repole, arzobispo de Turín, ha dicho con sencillez: “La Sábana Santa es también el calco de la Resurrección que dice que Dios puede intervenir”. Con gratitud hacia el cardenal Repole, nos acercamos a la alegría de la Santa Pascua, anuncio de la Sábana Santa vacía y de Cristo resucitado.