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Elecciones presidenciales 2020: Trump apuesta por la vida

Con su histórica participación en la Marcha por la Vida en Washington el 24 de enero (es el primer presidente de la historia en hacerlo), Donald Trump no sólo confirma su compromiso con la vida, ya demostrado a través de muchos actos de gobierno, sino que pone la lucha contra el aborto en el centro de la próxima campaña electoral

Vida y bioética 30_01_2020

“Es un gran honor para mí ser el primer presidente de la historia que participa en la Marcha por la Vida”. Así comenzó su discurso Donald Trump en la 47ª Marcha Nacional Pro-Vida en Washington, DC, frente a unos cien mil manifestantes, de los cuales la mitad eran jóvenes menores de 30 años. Es un discurso histórico, porque en cuarenta y siete años es el primer inquilino de la Casa Blanca que se expone tanto en la cuestión de la defensa del derecho a la vida.

Desde 1974, cada 22 de enero o en los días inmediatamente posteriores o anteriores, la Marcha ha sido organizada por organizaciones pro-vida como respuesta al fallo Roe vs Wade, que el 22 de enero de 1973 legalizó el aborto en los Estados Unidos. Los presidentes del Partido Republicano, más sensibles al tema, han expresado a menudo su cercanía a la Marcha por la Vida, pero nunca han participado personalmente.

Trump no es el primer presidente que ha saludado o ha dirigido un discurso al sector pro-vida. El primero fue Ronald Reagan, que envió su mensaje en cuatro ediciones de la Marcha, de 1985 a 1988. “Siento una gran solidaridad con todos vosotros”, dijo Reagan el 22 de enero de 1985, “y estoy convencido, como sé que vosotros también lo estáis, de que nuestra respuesta al 12º aniversario de Roe vs. Wade y Doe vs. Bolton debe ser comprometernos nuevamente a terminar con la terrible tragedia nacional del aborto”. Reagan, con la pasión que lo distinguía, pidió “el reconocimiento de la realidad de la vida antes del nacimiento y la realidad de la muerte por aborto”.

En los años anteriores de la administración Trump, el presidente no sólo dirigió sus discursos a los pro-vida desde la Casa Blanca como por ejemplo hizo en el 2018, sino que incluso encomendó el mensaje al vicepresidente Mike Pence el año anterior, que pasó a la historia como el primer vicepresidente titular que asistió a la Marcha. Ya desde el 2017, el primer año de la presidencia de Trump por tanto, se había producido un cambio de ritmo, una participación mucho más directa en la marcha nacional.

Para aquellos que dudan de que exista una verdadera fe en la posición de Trump, su discurso estaba impregnado de un profundo espíritu religioso. “Todos entendemos – dijo -, una verdad eterna: cada niño es un precioso y sagrado regalo de Dios. Juntos debemos proteger, amar y defender la dignidad y la santidad de cada vida humana”. Y como conclusión: “...sobre todo sabemos que toda alma humana es divina y que toda vida humana, nacida y no nacida, está hecha a la santa imagen de Dios Todopoderoso”.

Trump ha opuesto sus políticas pro-vida a las de los demócratas, más abortistas que nunca en los últimos tres años. “Cuando se trata del aborto - y vosotros lo sabéis, habéis visto lo que ha pasado - los demócratas han adoptado las posiciones más radicales y extremas jamás vistas en este país durante años y décadas, e incluso se puede decir que durante siglos. Casi todos los principales demócratas del Congreso apoyan ahora el aborto financiado por los contribuyentes hasta el momento del nacimiento. El año pasado, los legisladores de Nueva York aplaudieron la aprobación de la legislación que permitiría que un niño fuera arrancado del útero hasta su nacimiento. Y después hemos visto el caso del gobernador demócrata en el estado de Virginia. Nos encanta Virginia pero, ¿qué está pasando allí? El gobernador ha asegurado que iba a matar a un bebé después de que naciera. ¿Os acordáis? Los demócratas del Senado han llegado a bloquear el proyecto de ley que daría atención médica a los niños que sobrevivan a un intento de aborto”.

El presidente también ha respondido indirectamente a quienes le acusan de llevar a cabo una política contra la mujer. Rechazando la acusación por adelantado, ha recordado: “Este año, la Marcha por la Vida celebra el centenario de la 19ª Enmienda, que consagró para siempre el derecho de la mujer al voto en Estados Unidos y lo consagró en la Constitución de Estados Unidos. Un gran evento. Hoy, millones de mujeres extraordinarias en todo Estados Unidos están utilizando el poder de sus votos para luchar por el derecho sobre el cual todos sus derechos están establecidos en la Declaración de Independencia: el derecho a la vida”.

Muchos de los principales medios de comunicación estadounidenses ni siquiera parecen haberse dado cuenta de todo esto. La CNN dedicó un espacio a la Marcha por la Vida cuando el discurso del presidente ya había terminado. Jake Tapper, desde el estudio, dijo que Trump “está haciendo historia”, pero evidentemente no lo suficiente como para transmitirla en directo. En el lugar de la marcha, la corresponsal Kristen Holmes calificó el discurso de “divisivo”: “Hablando aquí hoy, Trump se ha convertido realmente en la cara del movimiento antiaborto (...) Hay una razón por la que ningún otro presidente ha venido aquí en los últimos cuarenta y siete años”. La cadena Msnbc tampoco transmitió el discurso en directo. Mientras Trump hablaba, dio espacio al directo desde el Senado, donde Adam Schiff, del Comité de Justicia de la Cámara de Representantes, pronunció su discurso de acusación contra el presidente en el juicio político.

Las asociaciones americanas de aborto reaccionaron con antelación. La víspera de la marcha, Ilyse Hogue, presidente de Naral, una importante asociación pro derecho a decidir, describió la participación de Trump como “una medida desesperada, pura y simple”. Lo acusa de “difundir el encubrimiento y la desinformación sobre el aborto para atraer el consenso de una pequeña minoría extremista y ruidosa, mientras se enfrenta a la realidad cada vez más evidente de una presidencia que se está derrumbando bajo sus pies”. Un argumento típico de los opositores de Trump, en el mundo pro-derecho a decidir y entre los progresistas de la oposición, es el de identificar su participación en la Marcha por la Vida como un instrumento de propaganda electoral y como una forma de desviar la atención del impeachment (que ha llegado ya a su último paso en el Senado).

Esta tesis, sin embargo, choca con la realidad. En primer lugar, Trump es el primer presidente que participa directamente en la Marcha. Evidentemente, es un movimiento arriesgado, no es una forma fácil de atraer el consenso para una campaña electoral. Esto es lo que Planned Parenthood, la principal organización y lobby abortista de los EE.UU., dice en su propia declaración: “Pero el 77% de nosotros que apoyamos ese acceso [acceso a la “salud reproductiva”, es decir, al aborto] tendremos la oportunidad de expresarnos en noviembre. Debemos asegurarnos de que [Trump] el próximo año, esté allí [en la Marcha] como un ciudadano privado”. La cifra del 77% de los estadounidenses pro-aborto es cuestionable; de hecho otras encuestas revelan que el 49% de los estadounidenses son pro-vida contra el 46% pro-derecho a decidir (Gallup, 2019) y que la tendencia está definitivamente del lado pro-vida. El hecho es, sin embargo, que tomar parte en este asunto es un riesgo.

Por lo tanto, en las elecciones de 2020, el aborto será una elección directa. Nunca antes las elecciones se han caracterizado tanto por una batalla entre la vida y la muerte (por el aborto) como este año.