El Señor nos pedirá cuentas
Para que el mundo crea que tú me has enviado. (Jn 17,21)
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos». (Jn 17,20-26)
La petición de Jesús al Padre de custodiar a sus discípulos se extiende también a aquellos que, con el tiempo, creerán en lo que ha sido enseñado y testimoniado por los primeros enviados, los apóstoles y sus sucesores, los obispos. Jesús, por tanto, salva al hombre a través del hombre y sigue anunciando el Evangelio a todos los pueblos de todos los tiempos a través de aquellos que le son fieles. Estemos atentos para no perder las ocasiones de evangelización que se presentan en los ambientes que frecuentamos, donde el sacerdote no puede llegar debido al rechazo de la gente al Evangelio. El Señor nos pedirá cuentas.