Jueves Santo por Ermes Dovico
FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

El sacrilegio atrae la ira de Dios

El rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta. (Mt 22,11)

Volvió a hablarles Jesús en parábolas, diciendo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados: “Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”. Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”. El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos». (Mt 22,1-14)

 

El vestido de boda representa el estado de gracia, es decir, de pureza respecto a Dios. Los medios comunes y ciertamente eficaces para recuperar y reforzar este estado son los sacramentos, entre ellos la Confesión y, sobre todo, la Eucaristía. Quien recibe este sacramento sin encontrarse en estado de gracia, como el invitado sin vestido de boda, comete sacrilegio, un pecado muy grave que ofende a Dios burlándose de Él y atrayendo su ira. Por tanto, no cometas nunca un sacrilegio comulgando en estado de pecado, y si sabes que has cometido un pecado mortal, confiésate de inmediato para recuperar lo antes posible tu estado de gracia.