El Reino Unido recorta la financiación del aborto del UNFPA
El Reino Unido está recortando su presupuesto debido a la crisis económica provocada por el Covid-19. Entre los recortes se encuentra una drástica reducción de la financiación del UNFPA, la agencia de población de la ONU. Entre ellas, se ha reducido la financiación de los programas de salud reproductiva en los países en desarrollo. Fuera de la metáfora: menos dinero para el aborto. Nadie ha explicado por qué el gobierno de Johnson ha hecho esto, en contraste con la administración de Biden en Estados Unidos. Sin embargo, el Reino Unido ha dado un importante ejemplo a otros donantes.
Desde principios de año, la mayor parte de la atención sobre los derechos reproductivos se ha centrado en el restablecimiento de la financiación estadounidense para el Fondo de Población de la ONU, ordenado por el Presidente Biden. La contribución anual de Estados Unidos al UNFPA había sido de 67 millones de dólares en 2016, antes de que el presidente Trump decidiera dejar de financiarlo.
Poco después de este anuncio, el Reino Unido, preocupado por el aumento del gasto presupuestario y la creciente deuda para hacer frente a los efectos económicos negativos de la pandemia de Covid-19, ha decidido hacer algunos recortes de gastos en su próximo presupuesto. Un capítulo importante es el presupuesto de ayuda al desarrollo del Reino Unido, que se ha reducido del 0,7% de la renta nacional bruta al 0,5%, lo que supone una reducción de 4.000 millones de libras (5.600 millones de dólares) en total y el fin de su compromiso con el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE de mantener este objetivo.
Como parte de estos recortes, el Reino Unido reducirá masivamente su contribución a la Alianza de Suministros del UNFPA (un programa de planificación familiar de la ONU) de 154 millones de libras (215 millones de dólares) a 23 millones de libras (32 millones de dólares), un recorte del 85%. Además, el Reino Unido reducirá su financiación básica de 20 millones de libras (28 millones de dólares) a 8 millones de libras (11 millones de dólares), una reducción del 60%.
El UNFPA, al igual que todas las agencias de la ONU, recibe fondos de los Estados miembros que se clasifican en las categorías “básica” y “no básica”. “Básica” representa el presupuesto básico de la agencia y los fondos se utilizan para las operaciones diarias, mientras que el segmento “no básico” representa los fondos donados para fines o proyectos específicos. En el caso del Reino Unido, los fondos no básicos se detraen de los programas que pagan los suministros reproductivos, como los productos anticonceptivos y el material relacionado con el aborto.
No se puede subestimar el impacto de estas reducciones masivas en el UNFPA. Según el informe anual del UNFPA para 2020, el Reino Unido fue el principal donante de recursos no esenciales, aportando 112 millones de dólares. El segundo mayor contribuyente fue Holanda, con 52 millones de dólares.
La directora ejecutiva del UNFPA, la doctora Natalia Kanem, emitió una declaración en la que expresaba su consternación por los grandes recortes. “Estos recortes serán devastadores para las mujeres, las niñas y sus familias en todo el mundo”. En realidad, esto significará menos anticonceptivos y menos abortos en los países en desarrollo.
El Reino Unido también está recortando las contribuciones a otros organismos de la ONU, como el UNHIV, el UNICEF y el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).
Además, el Reino Unido ha dicho que dejará de contribuir a otra organización de derechos reproductivos, MSI Reproductive Choices (MSI era conocida anteriormente como Marie Stopes International). La última donación fue de 27 millones de libras (37 millones de dólares). También terminará UK Aid Connect, otro programa de la MSI que buscaba nuevos clientes entre los países más pobres para dispensar los suministros reproductivos habituales.
Curiosamente, se ha anunciado otra importante reducción de fondos de 72 millones de libras (100 millones de dólares) para la International Planned Parenthood Federation (la Federación Internacional de Planificación de la Familia), con sede en Londres, que afectará a dos de sus principales proyectos: los recortes en su programa WISH (Women's Integrated Sexual Health, Salud Sexual Integrada de la Mujer), que opera principalmente en África, y el cese de ACCESS, un grupo de reciente creación que se encarga de investigar las “necesidades” de salud sexual y reproductiva de los países pobres.
Llegados a este punto, habría que preguntarse por qué el Reino Unido ha decidido recortar repentina y masivamente las aportaciones presupuestarias a los proveedores de servicios de salud sexual y reproductiva que, tras mucho debate, aprobó el Parlamento a principios de julio.
Cuando el canciller Rishi Sunak presentó el presupuesto, no explicó nada. Así que sólo se puede especular. ¿Podría ser que, además de las administraciones republicanas pro-vida en los EE.UU., el gobierno conservador en el Reino Unido esté reevaluando con menos fanfarria la necesidad de imponer al mundo en desarrollo una agenda de salud y derechos sexuales y reproductivos?
Dado que el mayor contribuyente del UNFPA ha tomado la iniciativa de realizar importantes recortes de financiación, ¿tendrán otros países un incentivo para seguir su ejemplo? El Reino Unido ha dado el ejemplo: se puede hacer.