El otro Boff a los obispos del CELAM: Decid algo católico
El padre Clodovis es hermano del conocido Leonardo, exponente destacado de la teología de la liberación. Él, en cambio, ha cambiado de rumbo y pide al episcopado latinoamericano que deje de lado la cantinela social y vuelva a hablar de Cristo y a anunciar la salvación.

El padre Clodovis Boff de los Siervos de María, hermano de Leonardo Boff, uno de los exponentes más conocidos de la Teología de la Liberación, ha escrito una carta abierta a los obispos latinoamericanos y del Caribe. Un gesto inusitado y valiente que ha dado la vuelta al mundo, como suele ocurrir cuando alguien habla claro y dice cosas que son demasiado evidentes, aunque la mayoría las ignore.
La carta está fechada el 15 de junio y la ocasión fue la conclusión de la 40ª Asamblea General del CELAM, el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, y la lectura del documento final que resumía los trabajos de la asamblea.
La observación central de Boff es que ese documento no habla de Dios y de Cristo —que solo se mencionan de pasada en el texto— y, como viene ocurriendo al menos desde la Asamblea de Medellín de 1969, se limita a hablar de los retos sociales y económicos y a prefigurar una Iglesia “misericordiosa, sinodal y en salida... una Iglesia que escucha y aprende de la luz que el Espíritu ofrece a todo el pueblo de Dios, que se deja interpelar por los gritos del pueblo y tiene el valor de comprometerse con él”: “Queridos hermanos mayores, ¿es que no ven que esa música ya cansa? ¿Cuándo nos darán las buenas noticias sobre Dios Padre, Cristo y su Espíritu?, —observa el padre Boff-. ¿Sobre la gracia y la salvación? ¿Sobre la conversión del corazón y la meditación de la Palabra? ¿Sobre la oración y la adoración, la devoción a la Madre del Señor y otros temas similares? Finalmente, ¿cuándo nos anunciarán un mensaje verdaderamente religioso y espiritual?”. “Leo vuestra lista de ‘gritos’ y ‘desafíos’ actuales y veo que no es más que lo que dicen los periodistas y sociólogos comunes”, añade. “Es necesario recordar aquí que la Iglesia es, ante todo, un ‘sacramento de salvación’ y no una mera institución social, progresista o no”. De ahí, según Boff, las consecuencias: “Nuestra Iglesia está perdiendo sus ovejas. Vemos iglesias, seminarios y conventos vacíos a nuestro alrededor. En nuestra América, siete u ocho países ya no tienen mayoría católica. El propio Brasil va camino de convertirse en el mayor ‘país ex católico’ del mundo”.
En resumen, la Carta denuncia la línea secularizadora de la Iglesia latinoamericana —“siempre repiten el mismo estribillo: social, social, social. Lo llevan haciendo más de cincuenta años”—, impulsada sobre todo por la Teología de la Liberación, de la que el hermano de Leonardo Boff se ha alejado hace tiempo. El planteamiento de la Teología de la Liberación implicaba desde el principio la secularización de la fe cristiana, en la línea de la nueva teología posconciliar, sobre todo alemana: Harvey Cox y Johann Baptist Metz habían legitimado la secularización presentándola como cristiana e irreversible. Ese “social, social, social” que ahora señala el padre Clodovis nacía de ahí. Por eso se puede decir que la secularización de la fe reducida a compromiso de liberación y de la teología reducida a “teología política” son la conclusión necesaria de las premisas.
Juan Pablo II y Benedicto XVI intentaron corregir en su momento este enfoque. El primero acudió a la Conferencia del CELAM en Puebla en 1979 y propuso la Doctrina Social de la Iglesia como alternativa a la Teología de la Liberación. También asistió a la Asamblea de Santo Domingo en 1992, y de hecho, en esa ocasión el documento final contenía importantes correcciones de rumbo. En mayo de 1996, el cardenal Ratzinger pronunció una conferencia en Guadalajara (México) titulada “La fe y la teología en nuestros días”. En ella habló precisamente del efecto secularizador de la Teología de la Liberación, sosteniendo que su efecto había sido desacralizar la sociedad latinoamericana, favoreciendo el relativismo como filosofía dominante: “La redención se convierte en un problema político”. Esta Teología, según él, ha dejado un terreno devastado sin haber construido nada, ha pretendido la salvación de lo que debía ser salvado, ha enseñado a los fieles a dudar según la filosofía de la sospecha de origen marxista. Ratzinger, convertido en Papa Benedicto XVI, acudió a la Asamblea de Aparecida de 2007 y allí cuestionó el principio mismo de la Teología de la Liberación, sosteniendo que el lugar teológico no son los pobres y la praxis de la liberación, sino la fe apostólica: bastaba con seguir esta indicación para cambiar de rumbo.
Las críticas contenidas en esta carta del padre Clodovis a sus hermanos obispos tienen un significado aún más amplio que el contexto latinoamericano, ya de por sí muy amplio. Toda la nueva teología, de la que la Teología de la Liberación es solo un episodio, ha sustituido la historia por la naturaleza y la praxis por la verdad, por retomar las palabras de Ratzinger en Guadalajara. Toda esta nueva teología está secularizada y es secularizante y, en consecuencia, casi todas las Conferencias Episcopales, y no solo el CELAM, aunque con las debidas diferencias, hablan del hombre y ya no de Dios. Incluso Francisco, a pesar de sus anuncios periódicos para recordar que la Iglesia no es una ONG, ha hecho suya ampliamente esta perspectiva secularizada de la fe. Precisamente ahí radica la fuerza de la denuncia contenida en esta Carta, por un lado suave en la expresión de un Servita, pero por el otro exigente al poner de manifiesto una necesidad de conversión.