Santo Tomás por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

El orgullo viene antes de la caída

Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. (Lc 18,14)

Dijo también esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido». (Lc 18,9-14)


Hay una expresión popular que es «el orgullo viene antes de la caída». Sirve para recordar el Evangelio cuando establece que será humillado aquel que se exalta a sí mismo. Quién se enaltece cree ser justo solo porque cumple actos que él mismo considera buenos. Así se siente capaz y casi obligado a juzgar a los demás, regalando sus consejos incluso cuando nadie se los ha pedido. El que se vanagloria prácticamente se cree Dios, porque el juicio de las almas es competencia solo del Creador, no de las criaturas. A nosotros, al contrario, nos compete solo el juicio de Dios sobre nuestros comportamientos. A lo mejor debemos empezar a observar precisamente lo que hacemos nosotros… descubriremos nuestros pecados y no nos quedará tiempo para comentar los errores de los demás. Tengámoslo en mente.