El día de la Caridad por excelencia
¿Es lícito curar los sábados, o no? (Lc 14,3)
Un sábado, entró él en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando. Había allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía, y tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y a los fariseos: «¿Es lícito curar los sábados, o no?». Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca enseguida en día de sábado?». Y no pudieron replicar a esto. (Lc 14,1-6)
Para los israelíes devotos es difícil entender que el sábado está hecho para el hombre y no viceversa. El destino de cada uno de nosotros no está encerrado en los seis días de la vida terrenal, más bien estos son solo un período en el cual estamos bajo prueba para verificar si amamos a Dios por encima de todo, cosa que es más evidente en el descanso de las actividades de siempre en el séptimo día, dedicado a Dios. Pero como todas las devociones, esta no debe desembocar en una inútil demostración a los demás, sino que tiene que ser el día de la Caridad por excelencia; por esto, la ayuda al prójimo en el séptimo día, no solo está permitida, sino que es necesaria.