Santo Tomás por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

El bautismo de los niños

Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo. (Mc 1,8)

Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”»; se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo». (Mc 1,1-8)


A través del bautismo de san Juan los hombres se reconocían pecadores. Obviamente, este es solo el primer y tímido paso hacia la salvación. Después de que Jesús instituyese el sacramente del bautismo, que nos salva gracias al don del Espíritu Santo, no es posible salvarse solo con las propias fuerzas. Por esto, contrariamente al de san Juan, en el  bautismo de Jesús participan también los recién nacidos, puesto que los padres cristianos  quieren donar lo antes posible la salvación a sus hijos. En un mundo cada vez más descristianizado, ayudemos a los padres a entender la importancia del bautismo para sus hijos, tal vez con padrinos y madrinas que, con conciencia, los ayuden a una correcta educación en la fe cristiana mediante la palabra, el ejemplo y la oración.