El Bautismo de Jesús según van Scorel
Llamado a Roma por su compatriota el papa Adriano VI, el holandés Jan van Scorel es conocido, entre otras cosas, por el Tríptico de Lokhorst. También es interesante su Bautismo de Cristo en el Jordán, en el que es evidente la influencia de artistas como Miguel Ángel y Rafael.
-LA RECETA
La Iglesia también tuvo un papa holandés durante el periodo del Renacimiento: Adriano VI (1459-1523), que es también el último papa no italiano antes de la elección de Juan Pablo II. Nacido como Adrian Florensz en Utrecht, tras unos sólidos estudios en los Hermanos de Vida Común, llegó a ser un gran teólogo y rector de la Universidad de Lovaina. Hasta 1515 fue preceptor del príncipe Carlos (que luego se convertiría en Carlos V), que le tenía mucho aprecio. Gracias a la protección del emperador, Adrián Florensz inició un extraordinario ascenso eclesiástico: primero fue elegido obispo de Tortosa, luego fue inquisidor de Aragón y Navarra en 1516 y cardenal en 1517. En 1520 fue nombrado gobernador general de España. El 9 de enero de 1522, a la muerte de León X, fue elegido para el trono papal.
Fue el artífice del acuerdo entre las potencias católicas contra el peligro turco (Rodas cayó el 25 de diciembre de 1522) y participó en la liga antifrancesa dirigida por Carlos V (el 3 de agosto de 1523) contra Francisco I, que no desdeñaba la alianza musulmana. Aunque erróneamente se le consideraba desinteresado por las artes (y por tanto “bárbaro”), Adriano se dio cuenta de que la pintura y la escultura eran activos importantes para la Iglesia. Así, decidió nombrar a un conservador de la colección del Belvedere (cargo que antes ocupaba Rafael). La elección recayó en uno de sus compatriotas, Jan van Scorel, que era un excelente artista y un hombre de gran fe, por lo que era perfecto para la tarea: de hecho, el papa también lo nombró “pintor de la corte”. El artista también pintó un retrato del papa Adriano VI (ver foto) que se encuentra en el Centraal Museum de Utrecht.
Fue una muy buena elección. Van Scorel (1495-1562) estaba impregnado de “italianismo”. Tuvo una formación muy compleja, que comenzó en Ámsterdam (con Jacob Cornelisz) y Utrecht (con Jan Gossaert) y continuó en Venecia (1518-1522), donde recibió la influencia de Giorgione, que dejaría una fuerte impronta en su arte. Llegó a Roma en 1522 y conoció la obra de Miguel Ángel y Rafael. Fue uno de los primeros pintores del estilo romanista que había pasado varios años en Italia, donde absorbió a fondo el estilo pictórico italiano. Durante su estancia en Italia, de 1518 a 1523, además de trabajar para el papa Adriano VI a lo largo de su breve reinado (1522-1523), Jan van Scorel también visitó Nuremberg y Austria, pero el viaje más importante para él fue el que hizo a Jerusalén, que le marcó e hizo que profundizara en su fe. Los paisajes que vio allí quedaron profundamente arraigados en su alma y quiso reproducirlos en una de sus obras más bellas: Entrada de Jesús en Jerusalén, parte del Tríptico de Lokhorst, pintado en 1526-27 y que ahora se encuentra en el Centraal Museum de Utrecht.
Pero el cuadro que más nos llama la atención es un maravilloso Bautismo de Cristo en el Jordán, que forma parte de la colección del Frans Hals Museum de Haarlem. El artista lo pintó en 1530. En este cuadro vemos a Jesús en el momento en que recibe el bautismo por parte de Juan el Bautista: el Salvador ha esperado en la fila de los pecadores y ahora entra en las aguas del Jordán, con la cabeza inclinada y el Bautista (que, como es habitual, está vestido con un paño de piel de camello) rociando agua sobre él. A la derecha del árbol hay una paloma y un rayo de luz: los signos de la presencia del Espíritu Santo que desciende sobre Jesús. Tres espectadores miran hacia arriba, sorprendidos por la luz. Al fondo, a la derecha, hay otra escena. Muestra la predicación del Bautista. Jesús sale de la escena y es seguido por sus dos primeros discípulos.
Para este cuadro, Van Scorel se basó en elementos de obras de artistas del Renacimiento italiano. Es muy evidente la influencia de maestros italianos como Miguel Ángel y Rafael en las figuras musculosas y gráciles. El Bautista y el árbol curvado forman un triángulo que se centra en la mano de Juan que se cierne sobre la cabeza de Jesús. El cuadro es un ejemplo superior de la asimilación de la nueva concepción italiana en la pintura holandesa. Varios motivos, funcionalmente muy distintos, se reúnen en ella como es debido: dentro de un espacio claro y realista, respondiendo a las exigencias estéticas desarrolladas en la teoría del arte del Renacimiento, como la gracia y la variedad visual.
Pero si pensamos que el bautismo (baptizeis, en griego, que significa bucear, sumergir) es el sacramento que nos libera del pecado original y que nos abre el camino a los demás sacramentos, es natural que nos preguntemos: ¿por qué Cristo, que estaba desprovisto de pecado, necesitó bautizarse? El cuadro de Van Scorel nos da la respuesta, mostrando a Jesús en toda su humildad, mezclándose con los pecadores y regenerándose espiritualmente por el agua y la palabra: un primer, majestuoso y glorioso acto de inspiración para nosotros, cristianos, que aspiramos a imitarlo. Y Él da el ejemplo.