San Expedito por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

¿Crees tú en el Hijo del hombre?

Creo, Señor (Jn 9,38)

En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.
Entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo:
«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)».
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
«¿No es ese el que se sentaba a pedir?».
Unos decían:
«El mismo».
Otros decían:
«No es él, pero se le parece».
El respondía:
«Soy yo».
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó:
«Me puso barro en los ojos, me lavé y veo».
Algunos de Los fariseos comentaban:
«Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado».
Otros replicaban:
«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?».
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?».
Él contestó:
«Que es un profeta».
Le replicaron:
«Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?».
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
«¿Crees tú en el Hijo del hombre?».
Él contestó:
«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».
Jesús le dijo:
«Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es».
Él dijo:
«Creo, Señor».
Y se postró ante él.

(Juan 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38)