Covid y mujeres, los sueños de Melinda Gates
Un ensayo de Melinda Gates en la revista de asuntos internacionales Foreign Affairs revela la ideología humanitaria y elitista detrás de la filantropía de las grandes fundaciones. Lucha por la salud de las mujeres, pero se lamenta de la escasez de anticonceptivos disponibles. Y al final resulta que el verdadero propósito es el control.
Bill y Melinda Gates son sin duda los personajes del momento. La fundación que lleva sus nombres, la más rica del mundo con más de 50 mil millones de dólares en donaciones, participa activamente en la lucha contra el Covid, financiando tanto la investigación sobre posibles terapias como especialmente la búsqueda de vacunas. Este último aspecto, combinado con la noticia de la simulación de los efectos de una pandemia global con millones de muertes, solicitada a un instituto de investigación unos meses antes de la explosión del Covid, convirtió a Bill Gates en el objetivo preferido de las teorías de conspiración con respecto a origen del virus.
Incluso sin entrar en este tipo de controversia, es precisamente porque la pareja Gates son los principales financiadores privados de dicha investigación, que es importante tratar de comprender la mentalidad que los mueve y los objetivos de su filantropía. En este sentido, es ciertamente interesante el artículo que Melinda Gates escribió para Foreign Affairs, sin duda una de las revistas más importantes y autorizadas para asuntos internacionales. Es un artículo al que la misma Melinda y la dirección de Foreign Affairs evidentemente atribuyen gran importancia, hasta el punto de que, con motivo de la publicación, la señora Gates concedió una entrevista a tres periódicos internacionales, entre los cuales el periódico italiano La Stampa.
Entonces, sostiene Melinda, en el mundo son las mujeres quienes sufren las mayores consecuencias del virus, a pesar de que los hombres tienen una mortalidad mucho más alta. Y todo el artículo está dedicado a esto, es decir, a la descripción de cuánto pagan las mujeres el precio más alto con el Covid y de cómo, sin embargo, la pandemia puede ser una oportunidad para remediar esta desigualdad. Aumento de la mortalidad materna, aumento de la violencia sufrida, mayores posibilidades de desnutrición, mayores dificultades para mantener el puesto de trabajo: estos son, en síntesis, los principales efectos del coronavirus en las mujeres de todo el mundo según Gates, especialmente para aquellas que viven en países de bajos y medianos ingresos.
Este enfoque ya plantea problemas, porque es la absolutización de un aspecto que nos impide ver la realidad en todos sus factores. Y es una absolutización que tiene una matriz ideológica: Melinda Gates habla básicamente como cualquier representante de los organismos de las Naciones Unidas, en donde existen algunas palabras de orden que vienen impuestas como clave de interpretación de la realidad. El llamado Gender gap (brecha de género), o desigualdad de género (entre hombres y mujeres) es una de éstas, de hecho, la más importante.
No existe un fenómeno global que no debe ser interpretado a la luz de esta desigualdad. Evidentemente esto ya plantea problemas: si se reconoce que los hombres mueren de 2 a 4 veces más que las mujeres debido al Covid, ¿sobre qué base se puede afirmar que las mujeres son las más afectadas? La señora Gates dice que la crisis en los sistemas sanitarios bajo la presión de la pandemia ha obligado a muchas mujeres a dar a luz en casa, aumentando así la mortalidad materna y neonatal en los países pobres.
Pero no solo han tenido que renunciar a los hospitales las mujeres que estaban a punto de dar a luz; sino que cualquier persona con una enfermedad incluso grave ha encontrado dificultades, también en los países ricos; tanto que se espera ver -cuando los datos estén disponibles-, un aumento significativo en la mortalidad por causas no relacionadas con el Covid. Y si realmente tenemos que pensar en una categoría de personas que más han sufrido los efectos de la pandemia, en todo caso deberíamos pensar en los ancianos: representan más del 90% de las muertes, pero también los efectos secundarios, no menos importante el daño físico y psicológico causado por el largo aislamiento, lejos de los afectos y de las relaciones sociales. Pero para la ideología globalista lo que importa es la condición de la mujer, preferiblemente en conflicto con el hombre.
Detrás de estos análisis y relativos remedios, existe una fuerte concepción elitista: Melinda Gates ofrece su pensamiento de "iluminada" a los líderes mundiales que, por lo tanto, deberán actuar en consecuencia. Las cosas han salido o van mal, pero si siguen mis instrucciones -dice Melinda-, transformaremos un fenómeno negativo en la oportunidad de construir un mundo nuevo, más bello y más justo.
Lo que escapa a estos personajes es que la inferioridad de las mujeres (pero también se deben agregar niños) en muchos países -ver sobre todo África, los países musulmanes y la India-, es el resultado de una cultura que no cambia por decreto de las Naciones Unidas. Y cada cultura tiene detrás una concepción religiosa. La imposición por ley de un comportamiento solo puede tener un impacto superficial. Solo un nuevo principio que genera una nueva cultura puede iniciar un verdadero proceso de cambio. Solo el cristianismo, por ejemplo, puede aportar el valor absoluto de la persona, la igual dignidad de todo ser humano, el valor positivo del trabajo, como lo ha hecho en la civilización occidental. Pero es precisamente el cristianismo lo que básicamente quieren superar estas élites internacionales, con la imposición de una ética global fruto del individualismo y el relativismo.
Luego, hay un aspecto en el artículo de Melinda Gates que debe destacarse y explica mejor el concepto de este humanitarismo. Melinda lamenta que 49 millones más de mujeres se hayan quedado sin anticonceptivos debido al Covid, y esto, se estima, significará 15 millones de embarazos no planificados adicionales. Y aquí Melinda se vuelve muy dura al atacar a la comunidad internacional que ha descuidado este aspecto: cualquier cosa puede suceder durante estas crisis sanitarias, pero los anticonceptivos nunca deben faltar.
No en vano, la Fundación Bill y Melinda Gates está firmemente comprometida a financiar proyectos para la difusión de la anticoncepción, de acuerdo con la tradición de la Sociedad de Eugenesia de la cual es heredera la familia Gates. El control de la natalidad es uno de los puntos fijos de Bill y Melinda, y el Covid se convierte una vez más en el instrumento para avanzar en la agenda.
Se presentan como benefactores de la humanidad, pero en realidad trabajan para contenerla y reducirla, gracias a sus abundantes recursos financieros. Por encima de todo, el verdadero propósito de estos personajes -no solo los Gates obviamente-, es el control de la humanidad, la posibilidad de determinar el comportamiento y el pensamiento, haciendo a toda la humanidad a su imagen y semejanza. Mucho más peligroso que eventuales complots para vender vacunas.