Cristo Rey por Ermes Dovico

FRAGMENTO DEL EVANGELIO

Contra la vanagloria

En cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. (Mt 25, 4)

Jesús dijo a sus discípulos: «Entonces se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; 4en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora». (Mt 25, 1-13)

Quien ha sido víctima de la vanagloria se comporta bien para gustar a los hombres más que a Dios. Así, cuando el vanaglorioso será sometido al juicio particular que versará sobre fe, esperanza y caridad, estará desprovisto del aceite de la fe porque a Dios no se le puede engañar como se engaña a los hombres que emiten juicios con superficialidad mirando solo a las apariencias. Luchemos en cada momento contra la vanagloria, intentado gustar más a Dios que a los hombres y confesando a menudo nuestros pecados a un sacerdote.