Como habíamos deseado
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. (Lc 2,50)
Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. (Lc 2,41-51)
Jesús enseña a los maestros del templo y estos quedan asombrados por su sabiduría. La duración de este episodio es de tres días y tiene un significado profético. Los padres, afligidos y asustados por la pérdida, cuando lo encuentran no entienden la respuesta de Jesús, pero, dado que eran justos en la fe, no murmuraron en su contra, pues su deseo era amarlo incluso antes de entenderlo. Que María y José nos sirvan de ejemplo para no protestar contra Dios cuando las cosas no van como habíamos deseado.